Concentración de Brasil, un ‘Paraíso’ Carioca

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Brasil

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* Granja Comary está a unos 100 kilómetros de las playas de Copacabana.
Lejos del glamour que de por sí ya representa la plantilla que a su disposición tiene Luiz Felipe Scolari, la Selección Brasileña se prepara en un ambiente paradisiaco para encarar la Copa del Mundo como anfitriona.
A 100 kilómetros de las bellas y cosmopolitas playas de Copacabana, Ipanema y Leblon, se encuentra el pequeño poblado de Teresópolis, que al estar instalado en medio de la reserva ecológica Serra dos Órgaõs, una de las más grandes de Brasil, y lo sinuoso que es el camino para llegar, pareciera un auténtico búnker para la Verdeamarela.
Sin embargo, la mayor parte del camino anuncia en carteles y mantas que es el camino del “próximo Hexacampeón” del mundo, demostrando la seguridad con la que cuentan los brasileños para afrontar el segundo Mundial de su historia.
Una vez que se arriba a la Granja Comary, un terreno de gran extensión sobre el cual se extiende el campamento de la “Canarinha”, las banderas, mantas y cualquier objeto hace alusión a los colores de la bandera brasileña, eso sin tomar en cuenta la gran cantidad de aficionados que se dan cita y los más de 300 representantes de los medios de comunicación que acuden.
La gran cantidad de seguridad que se da cita en los alrededores tampoco es algo que pasa desapercibido, aunque ya el lunes pasado las manifestaciones sociales se hicieron presentes y de hecho hasta las últimas horas se presentan con gritos como el de “¡Argentina, Argentina!” que producto del acento y pronunciación del portugués se escucha como “aryentina” a unos metros del entrenamiento de Brasil.
Adentro el equipo lo tiene todo. Tres canchas de entrenamiento (una de ellas sintéticas), instalaciones remodeladas para su estancia, un paisaje que invita a la meditación y a la tranquilidad y la compañía de todo un país a través de los periodistas.
Incluso, la sala de prensa goza de comodidades desde una lavandería para uso de los representantes de los medios, pasando por cabinas de televisión y salas de videojuegos, hasta una peluquería para todo tipo de comodidad en la labor informativa diaria.
Quizá el único problema es la temperatura que puede pasar de los 30 grados centígrados al medio día, a los -10 por la noche, aunque eso no es obstáculo para el cuadro de Felipao.
Es así como la casa del Scratch du Oro es ya un recinto digno de un Pentacampeón del mundo que busca acrecentar aún más su historia y sobre todo resarcir la herida que dejó aquel doloroso 1950.