Los Criminales se Enfrentan Menos al Ejército

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La escena llegó a ser común, casi cotidiana en el sexenio pasado: un convoy militar desplazándose por alguna carretera del país es atacado. Soldados repelen la agresión. Y varios presuntos criminales, además de algunos militares, mueren en el enfrentamiento subsecuente.
Pero eso comienza a quedar en el pasado: por primera vez en casi media década, el Ejército ha disminuido sus operaciones de combate en el país. Pese a todavía tener a miles de elementos desplegados en distintos estados en labores de seguridad, las fuerzas armadas enfrentan cada vez menos ataques y resistencia por parte de la delincuencia organizada, aseguran documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Como resultado de distintos ataques y emboscadas, 242 supuestos criminales fueron abatidos en 2013 y 2014 por armas militares. En términos reales, representa una reducción de casi 500 por ciento con respecto a los últimos años del gobierno de Felipe Calderón, de acuerdo con registros obtenidos vía la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental.
La disminución en la frecuencia de incidentes que terminan en abatimiento de presuntos sicarios, secuestradores, jefes de plaza y capos contrasta aún más cuando se compara con lo ocurrido entre 2009 y 2012, cuando el Ejército mató en promedio a un delincuente cada ocho horas, según detalla una investigación documental de MILENIO basada en archivos de emboscadas y abatidos de la Sedena.
Los datos establecen que en 2009 militares mataron a 211 personas en distintas operaciones anticrimen y para 2010 la cifra escaló hasta 734. Después pasó a mil 297 en 2011, para cerrar en 2012 con mil 32 muertes de criminales registradas en enfrentamientos con soldados.
En total y sin contar víctimas colaterales, el número de personas abatidas por el Ejército mexicano durante el sexenio anterior en respuesta a ataques llegó a 3 mil 367, el más alto en la historia moderna del país fuera de tiempos de guerra y muy superior a las cifras de muertes en acciones de seguridad pública acumuladas por cualquier otra dependencia de gobierno, ya sea la Marina o policías estatales (a manera de ejemplo, basta mencionar que la Policía del DF reporta haber dado muerte a 40 presuntos delincuentes entre 2009 y 2014 en enfrentamientos armados, una cifra casi 90 veces menor).
Sin embargo, una investigación basada en distintos documentos castrenses indica que hacia el segundo año de la actual administración y tras ocho de estar en las calles de las ciudades del país, los soldados mexicanos son atacados menos y, por ende, disparan y matan a un número menor de presuntos delincuentes. Es una reducción que se da justo a la par de que se publicara el pasado fin de semana el primer manual de uso de la fuerza del Ejército en el Diario Oficial de la Federación —limitando los escenarios en los que se puede usar fuerza extrema— y en medio de llamados del alto mando de la Defensa Nacional a reflexionar sobre la necesidad de “moderar” el uso de tácticas mortales.
Si bien las tropas no han regresado a los cuarteles y son consideradas por el gobierno piedra angular de la seguridad pública, estadísticas de la Dirección General de Derechos Humanos de la Secretaría de la Defensa Nacional hablan de que el uso de soldados en escenarios de combate entró en un descenso. En 2013 solo 211 personas entre blancos prioritarios, secundarios y presuntos delincuentes de a pie murieron en choques con militares, según sostienen registros de la Defensa Nacional.
En 2014, con estadísticas actualizadas hasta marzo 30, van incluso menos: 31 abatidos y eso en solo nueve estados, pese al incremento de actividad castrense derivado de las operaciones en Michoacán contra Los caballeros templarios (los datos anteceden al lanzamiento de la ofensiva federal en Tamaulipas).
La investigación apunta a que la diferencia entre el último año de Calderón y el primero de Enrique Peña Nieto en lo que se refiere a abatimientos producto de combates militares es marcada: muestra un descenso de 494 por ciento. La última vez que hubo cifras tan bajas fue en 2008, antes de la escalada geométrica de violencia que recorrió buena parte del país.
Las estadísticas, integradas a una base de datos, dan distintos detalles no solo en torno a este súbito descenso de ataques al Ejército, sino sobre el comportamiento militar en labores de seguridad pública a escala regional. Ejemplifican que aún en medio de este decremento de choques entre delincuentes y milicia, los estados del noreste son aquellos en los que se sigue recurriendo con mayor frecuencia a tácticas letales, en particular Tamaulipas, donde han muerto mil 795 civiles armados en la última media década, una cifra que representa casi 40 por ciento del total registrado.
Incluso en medio del descenso generalizado, desde 2013 han fallecido 397 personas en enfrentamientos en ese estado, que continua siendo el más peligroso para tropas federales.
En resumen, de la base de datos se desprende también que un total de 4 mil 30 presuntos delincuentes han fallecido a manos del Ejército en los últimos siete años, la mayor parte de ellos vinculados a zonas de influencia geográfica de Los Zetas y el cártel del Golfo. Esto implicaría que de entre los 60 y 90 mil muertos que, se estima, se registraron en el país durante ese lapso debido a la violencia, solo de 4 a 6 por ciento fallecieron debido a acción directa de las fuerzas armadas.
Los datos obtenidos también permiten calcular que la tasa de militares y delincuentes muertos es altamente dispar, puesto que por cada soldado que cae en un enfrentamiento mueren 24 presuntos criminales.

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