Unas 10.000 personas bajo la lluvia, durmiendo sobre el barro, sin comida ni abrigo ni asistencia oficial alguna. Los cierres de fronteras de Hungría y las restricciones de los gobiernos austríaco, esloveno y croata están convirtiendo la “ruta de los Balcanes” de los refugiados en un peregrinaje de pesadilla. Y ahora cuando empieza el frío la situación se agrava intensamente.