La estatua conocida como Iron Man, una escultura de 24 centímetros que representaba al dios Vaiśravaṇa y que fue robada en el Tíbet por los nazis, ha sido analizada por un equipo de investigadores. El resultado, la estatua se formó a partir de un meteorito que cayó en la frontera entre Rusia y Mongolia entre 10.000 y 20.000 años atrás.
Así lo han reflejado en la revista Metoritics & Planetary Science. El equipo informa que tras analizar los elementos de hierro, níquel, cobalto y trazas de una muestra de la estatua junto a su estructura, encontraron que la geoquímica de la figura contiene los valores conocidos a partir del meteorito Chinga. Hoy y tras el análisis, Iron Man podría ser la tercera pieza más grande conocida tras la llegada del meteorito a la Tierra.
Según Elmar Buchner, de la Universidad de Stuttgart y uno de los principales investigadores:
«Dada la extrema dureza del meteorito, básicamente un material inadecuado para la producción de esculturas, el artista o artistas que la crearon pudieron haber conocido que su material era especial. El origen exacto y la edad de la estatua aún se desconoce.»
Los investigadores creen que la estatua fue llevada a Alemania por una expedición nazi entre 1938-1939. El símbolo de la esvástica en la pieza pudo ser el motivo para que se la llevaran. Según Buchner:
«Creemos que este fragmento de meteorito individual se recogió muchos siglos antes. La estatua de Iron Man es el único ejemplo conocido de una figura humana grabada en un meteorito»
Aún así, los meteoritos también han sido utilizados por muchas religiones en el mundo. Un ejemplo de ello es el meteorito Wilamette, una pieza de 15 toneladas en Estados Unidos sagrada para muchos nativos americanos.