Registra Morelia Déficit de mil 200 Policías

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Todos los días Rigoberto López Gallardo recorre tres kilómetros para llegar al cruce de Corregidora y Allende en el Centro Histórico de Morelia, Michoacán, su lugar de trabajo como oficial de Tránsito, según una nota de MILENIO.

Esos tres kilómetros pudieran ser pocos, pero en silla de ruedas y en subida, el traslado se complica sobremanera. Pero como Rigo es también deportista, ese trayecto le permite entrenar el músculo para sus competencias de atletismo. El trabajo como oficial de Tránsito lo desempeña con satisfacción, porque fue la única institución que le abrió las puertas para trabajar hace dos años y ayudar a su familia, además de seguir entrenando en el estadio olímpico Venustiano Carranza. “Las dos cosas las hago de corazón y porque me gustan, nada más que el deporte lo hago por amor y ser agente de Tránsito porque me gusta ayudar a las personas”, dice Rigo. “Me gusta correr con mi silla porque es donde me olvido de todo”, asegura.

A partir de las nueve de la mañana la rutina de López Gallardo, de 22 años, comienza en las calles del centro de Morelia. La gente lo observa, no sólo por ser joven, cordial y permitirles el paso como prioridad sobre los automovilistas, sino porque su trabajo lo desempeña en silla de ruedas con actitud positiva: “Estoy muy a gusto y me siento contento de pertenecer y haber ingresado a la policía municipal”, cuenta.

La visión de Rigo es la que se quiere inculcar a los elementos de la policía de Morelia, pero esa vocación no todos la tienen: el año pasado 49 policías no pasaron el control de confianza, reduciendo la cifra a 300 municipales, quienes deben cuidar a casi un millón de morelianos, es decir, se trabaja con 20 por ciento de la corporación, ya que se necesitan mínimo mil 500 uniformados, de acuerdo con el director Seguridad Ciudadana de Morelia, Iván Arriaga, “No hay confianza en el cuerpo policiaco, nosotros estamos trabajando para que esta confianza crezca. Pero el mismo temor a la inseguridad y a las situaciones que se han estado viviendo en otros lugares, es general, porque los policías también vivimos en México, tenemos familia y sentimos la inseguridad, por eso nosotros les vamos a hacer sentir que estamos trabajando por ellos”, explica el mando policiaco.

Debido a los pobres números de policías de Morelia, la convocatoria para engrosar la corporación está abierta permanentemente, “pero por miedo a la inseguridad cuesta trabajo integrarse”, reconoce el jefe policiaco. Sin embargo, hace tres años llegaron cinco personas discapacitadas en busca de un lugar digno para trabajar… sin importarles el miedo. Uno de ellos, Luis Ventura de la Rosa, de 26 años, con mérito académico, actualmente estudia la maestría en Derecho Constitucional. “Las instituciones las hacemos las personas, somos las que decidimos qué rumbo toma esa institución, no al revés; tú, por el hecho de entrar a una corporación que está desprestigiada, no te vas a convertir en más de lo mismo, está en ti que poco a poco se vaya modificando la percepción de la ciudadanía”, platica Luis, asistente del Subdirector de la Policía Vial, Óscar Oropeza.

En ese mismo programa se inscribió Julio César Estrada Tiziano, jugador de la selección michoacana de basquetbol en silla de ruedas, quien es el encargado de llevar las multas levantadas en la zona centro. Y hace dos años llegó Rigoberto. Pese a lo que muchos creen, la principal preocupación, tanto para Rigo como para los otros cuatro policías con discapacidad, no es la delincuencia organizada ni la lucha contra el narco, sino ganarse el respeto de la gente. “Me ha tocado gente que me insulta por mi discapacidad y no se deja infraccionar, dicen que en silla de ruedas qué les puedo hacer”, cuenta Ventura De la Rosa. “Como personas con discapacidad no falta el ciudadano que nos quiere hacer sentir mal, pero uno está acostumbrado a la vida”, agrega Estrada Tiziano, quien sufre de una discapacidad motriz.

Pero los insultos llegan porque los cinco policías discapacitados de Morelia están preparados para liberar las áreas peatonales, rampas y cajones de estacionamiento, de lo contrario están facultados para infraccionar: “A la gente no le gusta que le digas lo que tiene que hacer y menos que cometieron un error, entonces muchas veces me insultan por la discapacidad, pero no me hacen sentir mal, es parte de la vida”, platica Rigo.

El trabajo de los policías discapacitados termina después de 24 horas: “La gente los ve en una silla de ruedas y dicen qué podrían hacer en caso de un delito, pero no es eso, el entendimiento es educación y cultura. Pienso que ellos realizan un trabajo y lo hacen de manera excelente”, dice Iván Arriaga.

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