Miel, semen y la vipiel, lo máximo contra la vejez: Cleopatra la usó

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Miel, semen y la vipiel, lo máximo contra la vejez: Cleopatra la usó

MSV.- Los congresos que se anuncian por toda Europa, continente que registra la permanente belleza en la vejez por el uso de productos de historia, está aumentando sus comprobaciones, no porque París ya lo ha logrado, sino que ahora que el nivel de vida ha pasado de los ochenta años en ellas, las conservaciones de bellos rostros son el alivio, no verse arrugar el rostro u observar cómo en un minuto sus tejidos empiezan a reaccionar hasta casi eliminar los canales que por falta de movimiento se hacen, ya que lo único que sigue creciendo de la cara es la nariz y los pómulos, que no se arrugan.

De Cleopatra, la bella ejipcia que usó la miel y el semen, murió teniendo un rostro de jovencita, además de una belleza perfecta que cuidó para esenciar todos los atractivos que por ella suspiraban los hombres. El semen no solamente eran de los humanos, sino también de animales, que aunque antes no existían las insiminaciones, sí se ha insistido en que muchas adultas cuando se les empezaba a marchitar su cara y la piel en general de su cuerpo, principalmente el dorso de las manos, usaban el semen de los corderos antes de ser rasurados.

La novedad que como la vejez no se puede evitar, pero sí entretener, que se ha extendido el uso de la Vipiel, invención que se hizo precisamente en Michoacán y que en forma discreta se vende a quien después de un minuto de aplicársela comprueba que con esa combinación de vegetales, en un minuto, le activa sus tejidos cuando se la quita a base de agua fría si es que le empieza a arder.

En esta ciudad los que salen a escena al lado del clásico actor que por su perfección al interpretar a Pito Pérez, así le reconocen, persiguen comprarla, porque no tienen que estarse maquillando -y más si se les hace tarde-, que como se señala en reglones arriba, en un minuto, después de aplicársela, agua fría y listo para actuar sin necesidad de estarse arreglando frente al espejo por lo menos una media hora.

En un tiempo en París, junto a los laboratorios que fabricaban el ungüento para los rostros que empezaban a mostrar deficiencias en sus caras, había una recepción, como cuando aquí en Morelia se vendía la sangre, que muchos jóvenes hacían filas para vender el producto de su masturbación, a precios no tan altos, porque algunos les gustaba que en lugar de hacerse personalmente su anonismo o apuñarse la ingle, aunque les dieran menos, pero optaban porque bellas mujeres mejor se los hicieran con sus manos.

Asi es de que no se le olvide, que para no gastar tanto en las proteínas y nutrientes que contiene el semen, pregunte por la Vipiel, que muchas personas la usan discrecionalmente y que la adquieren normalmente a un precio que no lastima su economía.

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