El H. Congreso del Estado de Michoacán conmemoró el CXCIX Aniversario de la Constitución de 1814, Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, con la presencia del Gobernador del Estado, Jesús Reyna García, el secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Jorge Carlos Ramírez Marín y del presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Juan Antonio Magaña de la Mora.
En Sesión Solemne, presidida por el diputado Fidel Calderón Torreblanca, presidente de la Mesa Directiva de la LXXII Legislatura y realizada en el municipio de Apatzingán, el diputado Uriel López Paredes-orador oficial de la conmemoración- destacó que Michoacán ha sido eje fundamental del devenir histórico nacional; donde se han gestado proyectos ideológicos que han sido motor de luchas transformadoras, no sólo del ámbito local, sino influido en el desarrollo nacional.
Desde 1808, señaló el legislador, el estado inició la aspiración de soberanía y libertad que diversos sectores de la sociedad novohispana anhelaban. “Una gran cantidad de criollos ilustrados encendieron la mecha de una insurgencia que terminaría con una de sus etapas, precisamente aquí, en Apatzingán, con el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana”.
De Apatzingán, añadió, surgieron los ideales de institucionalización política y jurídica de la independencia nacional, aquellos que arroparon los intereses de Independencia, soberanía y autodeterminación de una sociedad en búsqueda de identidad nacional y felicidad individual.
A decir del legislador, la Constitución de Apatzingán fue el primer documento jurídico, positivo, vigente, de toda América Latina que propugnó por la defensa del hombre esgrimiendo el concepto o dogma de la dignidad humana que, es cierto, no constituye, en una primera instancia, una afirmación jurídica, sino ética, que luego provoca consecuencias jurídicas.
El documento constitucional de Apatzingán recogió, además, el pensamiento de los mejores michoacanos y mexicanos para robustecer la idea de colocar el interés supremo de la nación por encima de los intereses particulares; asimismo, para establecer el gobierno según le conviniera a los intereses de la mayoría a la que se le había negado su participación en la toma de decisiones.
Ante la presencia de los diputados integrantes de la LXXII Legislatura, Uriel López Paredes detalló que los constituyentes que participaron en la creación del Decreto Constitucional, establecieron que la política es fruto de la asamblea y de la necesaria participación plural de la sociedad que en ella delibera libre e igualitariamente para llegar a ciertos acuerdos orientados hacia el bien común, esto es, al interés general.
De igual manera plantearon la imperiosa necesidad de que el naciente Estado fuera el encargado de administrar las rentas y fondos nacionales; hecho que podría considerarse contradictorio con el articulado inicial que se ha considerado de carácter dogmático. Pero además, propusieron crear jueces eclesiásticos que conocieran de las causas e infracciones cometidas por los clérigos. Se había entendido que la impunidad sólo prospera cuando la sociedad la ignora, la tolera, la justifica, la alienta y, peor aún, se vuelve parte de ella.
Queda a los políticos, subrayó, a las instituciones y a los partidos, sumarse al impulso y tratar de darle buena dirección, porque en esto está en juego la Independencia, “y sabido es que el pueblo de México es imperturbable cuando defiende lo que es suyo porque es de la nación, a la que entiende como propietaria original y originante de todas las formas de propiedad”.
De ahí, puntualizó, que apoye la modernización energética de México, sin incurrir en modificaciones constitucionales que abran la puerta al saqueo de lo que es de los mexicanos.
En el marco de la CXCIX de la Constitución de Apatzingán, López Paredes hizo un llamado a construir con seriedad los requerimientos que la sociedad michoacana demanda, y de prisa, con sentido de urgencia y con tareas bien hechas, porque la sociedad se está moviendo con mayor rapidez que las instituciones. “Si aceptamos que la Constitución de Apatzingán es un modelo a seguir, tenemos que fijar lo que nos diferencia o aleja de ella con el propósito de emularla”.