MSV.- No es que gastaban energía eléctrica a lo bestia los sindicalizados del Ooapas como lo hacen los que trabajan con la Comisión Federal de Electricidad, pero sí, para empezar a sanear ese servicio que no solamente tienen la obligación de hacer llegar el líquido a los hogares de Morelia, sino de lograr que sea potable, para que no se le retire el calificativo de vital.
Aprovecho para hacer saber que cuando se vino a escribir el libro de la hidrología michoacana, no le dieron importancia porque ni siquiera empezaban a crearse los rellenos sanitarios, pero ahora que el butano y los lixiviados están terminando con la mayoría de los mantos friáticos y saben que no es posible volver a tomar agua mas que de garrafones, que por lo que se gasta por ello, están a punto de comprarle otro distribuidor, pero de agua potable, que saldría mucho más barato que lo que por promedio se gasta cada familia moreliana diariamente.
Hay partes en esta ciudad que el agua se toma de la llave, como por ejemplo en el edificio del Diario de Morelia y La Extra; durante toda la vida, no hemos comprado garrafón y hasta ahora a nadie de los que la consumimos nos ha hecho daño.
Le hemos agregado un filtro, que debería limpiarse cuando menos una vez por mes, pero tenemos tanta confianza que ni siquiera nos acordamos de esa obligación.
Y no solamente el agua que viene de los filtros, sino de otros muchos lugares, nadamás que la gente por el temor de enfermarse, no la toma.
Ahora que si las autoridades que en cada tanque distribuidor pudieran enviar a un empleado todas las madrugadas, para que deje un letrero de qué clase de agua encontró con su GLX Explorer, si ese día se puede tomar o viene contaminada, aunque ya hay una cultura de consumirla en garrafón o botella, porque al hervirla, sale muy cara por el costo del gas.
De ahí la idea de que así como están poniendo cocinas solares para preparar la comida de comunidades, deberían ir pensando en crear esas cocciones, cuando menos para hervir el agua.
Si no lo hacen, es porque no se va a ganar dinero y el edil, en lugar de encontrarle a su ciudad un beneficio, mejor sigue en los reconocimientos de modestas preparaciones para los jóvenes como en el IJUM, que más lo toman como distracción, que como oficio o profesión.