El Arzobispo de la Arquidiócesis de Morelia, Monseñor Alberto Suárez Inda, prepara su regreso al cargo de esta demarcación eclesial luego de que el papa Francisco le pidiese se mantengan en este por un periodo más.
El jefe pastoral dijo lo anterior al regresar de Roma a donde acudió, junto a los obispos de las diócesis de la República Mexicana, a la Santa Sede a sostener un encuentro con el Sumo Pontífice la semana pasada, y externó que “lo que más me ha impactado es el deseo expreso del Papa Francisco de que siga un tiempo todavía cumpliendo con esta responsabilidad en la Arquidiócesis”.
El jefe pastoral había enviado el documento oficial al Vaticano solicitando su jubilación tras décadas de ministerio, pero asumió ante la petición del Santo Padre que ser obispo “en una diócesis como la nuestra es una tarea nada fácil…hay momentos de cansancio y situaciones en las que experimento mis limitaciones”, más se dijo convencido de que Dios concede la gracia y él lleva como lema de su vida las palabras pronunciadas por San Juan XXIII: obediencia y paz.
Suárez Inda aceptó. “no era mi deseo seguir cargando con esta cruz, pero al saber que es voluntad de Dios procuraré hacerlo con buen ánimo y mucha paz”.
Después, asemejando el apostolado religioso con el argot futbolero, el Arzobispo de Morelia definió que “resulta que nos vamos a tiempos extra: cuando ya estamos rendidos hay qué hacer un nuevo y gran esfuerzo”, tras enfatizar que la misión apostólica “es un juego en equipo en el que es preciso dejar a un lado el lucimiento personal”.
Monseñor Suárez Inda aprovechó su estadía en Europa para visitar en Francia el sepulcro de Santa Teresita, de quien dijo ser devoto por motivos tan personales como ser descendiente en parentesco por parte de su madre.
Definió que el encuentro con el Papa Francisco fue cordial y fraterno, y que en particular el sucesor de San Pedro escuchó a los obispos de las diócesis de Apatzingán y de Acapulco cuya problemática de ruptura social por la violencia e inseguridad suma no desconoce, y les dijo que no corresponde a los pastores de la Iglesia Católica ofrecer soluciones técnicas o adoptar medidas que sobrepasen el ámbito pastoral religioso.
Pero les alentó a continuar su misión a pesar de las dificultades en doble trascendencia, es decir, en oración a Dios y a las personas en su cercanía.