Oye comadre, ¿ya viste en qué jaloneos traían al Papa Francisco I, que hasta se llegó a pensar que volteaban los vehículos donde fue conducido y lo bajaban para abrazarlo y obligarle a que les echara la bendición.
Si pues comadre, pudo haber pasado como los que dicen que están pagando el precio de la fama, que a veces si se trata de mujer, ya sabrás cómo en la bola les quieren meter mano y si es hombre, no falta fans o atrevida que le quiera agarrar allá donde te conté.
Po’s es lo mismo que ayer le andaba pasando a Papa en Brasil, pagar el precio de la fe, que no falta gente que se quiera llevar un pedazo de su ropa, un beso, una caricia o la bendición directa, es la verdá…
Ni quien te lo niegue comadre, así es la desesperación, como ahora que estamos viendo la pobreza en serio, que como dijo Hugo el cojito: hasta las queridas se abarataron y ya salen a trabajar para ayudar, porque están viendo a su querer que por más que le hace la lucha, no saca, no saca.
Bueno a mi sí me saca, pero mira comadre, estamos hablando de lo del Santo Papa Francisco I, que se está metiendo en cada peligro, que es mejor rezar por su arrojo, porque ya está como Cristo, que viene a ofrecer su tranquilidad interior, con tal de que la Iglesia se componga, haber si su sacrificio contribuye en algo.
Po’s mira, correr a tantos funcionarios del Vaticano, realizar sus trabajos con tanta modestia, que raya en lo anterior, demostrar que quiere el sacrificio, para que la Iglesia deje tanta opulencia. Bueno, puede llegar al grado que su vestimenta sea como la común de pobreza, pantalón corto y playera y sin calzones para que de a de veras pegue y convenza a todos esos vividores de la Iglesia, que este negocio se acabó.