fue porque ni es mi tiempo, ni el mío podría ser tuyo
MSV.- Algo hubo para el senecto y para octogenarios varios, que como el DIF arrulla extremos, se completa hasta con bailes, ya que en Plaza Carrillo a amplio espacio, el bailongo de quienes sus últimos desplantes con música hace.
Bien por el DIF que se hace querer por niños y por viejos. Su Presidenta -4 veces municipal y esta que es la estatal-, también ya con experiencia de cuatro veces ella, más ahora la que preside en territorio total, que nos semeja a la modesta señora Chuchita Bautista de Franco Rodríguez, que su modestia y comedimiento destellan bondad de sentimiento: por qué no fueron mis hijos todos.
Ayer, a la salida del acto de la senectud en el Teatro Morelos, el que escribe vio cómo en esa edad todo es prudencia y humildad, pues en un solo baño –el de hombres-, entraba uno como ella también, sin voltear siquiera , si cada quien iba al aterrizaje del campo desocupado y al terminar, ya en los lavabos, juntos y sí revueltos, aseándose las manos. Como niños al fin que fuimos, viejos que sapientes, empezamos a comprender: lástima o gracias de que en nosotros ya empiezan los adioses, para alistarse a recibir las buenas noches.
Asi es de que como me ves yo me ví y lo que haces si no lo hice, fue porque no es mi tiempo aunque viva, ni el mío que está acabando podría ser tuyo: el destino de yo ya viví, tú, quién sabe, con estos tiempos.
Es cierto que para las necesidades, todos los gobiernos resultan deficientes, pero hay distingos que aunque con deudas, condicionan vidas que viven en verdes espacios y todavía con macetas en sus interiores.
Viejitas y viejitos que apenas se enderezan y al son del danzón mueven la pata, nos alegran la vista y el corazón, al pensar que si uno queda en camposanto, en la lápida pongan fui y si lo incineran, las cenizas sean abono.
Morelia pareciera ya de viejos, más si saben donde será el bailongo, como empezó Champerico, Guatemala, que hoy, todos los días y en no menos de cuatro plazas, hay marimbas que hacen vibrar, pies y corazones, con tantas emociones que más los viejos, limpios y cambiados, lucen su pobreza, pero gozan su destreza que por unas monedas de quien pide la suya, se la tocan con pasión, cuando menos para que al otro día vuelva a poner quetzales, quien la quiera volver a oír y a bailar si quiere.
Ojalá y se hiciera costumbre el bailongo moreliano y se impusiera que cuando menos las tres mejores expresiones que los michoacanos tenemos, fueran tocadas: Palomas Mensajeras, Qué Lindo es Michoacán y Caminos de Michoacán.