Con la internet mejora, aunque aquí ya se hizo algo pergeñó Trasviña

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Con la internet mejora, aunque aquí ya se hizo algo pergeñó Trasviña

Cuando menos por el fin, lo intentó la osadía de Cuba, hoy su reconocimiento mundial a falta de materia, libertad de suplencias hoy ya, libertad de libros digitales hasta de texto, sin costo alguno

MSV.- Antes de que se promoviera en Perú el congreso mundial para encontrar lenguas comunes, Aarón Sáenz, apóstol de las primarias rurales de nuestro país, ya proponía a mi Gral. Lázaro Cárdenas que en el arranque de bibliotecas existiera la posibilidad de la renta de libros, principalmente de los que no había en el lugar. Si ahora que por la facilidad de la internet en California de los Estados Unidos su gobierno decreta la libertad de que todo estudiante codificado pueda traer en su computadora, hasta los libros de texto, México tan pobre y Michoacán sobre todo que en educación no pasa del suelo, podría intentar, aunque fuera como el inicio del éxito de Cuba en educación, ciencias y técnicas, que por “derechos de humanidad” plagió, que bien valiera Fausto promoviera por pobreza de humanidad, que todo estudiante registrado, adquiriera digitalmente sin costo, hasta libros de texto, limitados a tiempo lectivo, igual que la mejora a dispositivo de que celular que se extravía y es borrado, es cancelado y vaya que si se puede computacionalmente… porque a si a cada computadora se le porta de chip similar del celular, por donde se hacen las recargas o pagos por adelantado de la compra de tiempo o tan simple, como se liquida la renta de Internet.

Los resultados de ello están a la vista, la isla que sorprende en cuanto a tan “cachonda” y no tanto hijo pare, hoy es centro del mundo donde se curan los más importantes enfermos. Su osadía estribó en que no por haber nacido en una Cuba pobre, no alcanzaría conocimientos y preparaciones de países que disponiendo con todos los recursos en lugar de gratuitar obtenciones, caras las venden para ser más ricos.

Pero bueno, lo de Internet en California aquí se hizo de otra manera, no como el pergeño de Trasviña en Medicina, que le reimprimieron libros que aquí no se surtían y por su elevado precio menos se vendían, que en material rural condensa y por veinticinco pesos en portadilla marcados, un comité todos los vende.

Algunas crisis, maestras en idear sustituciones, llegaron a dejar sin castigo a quienes al comprobar que no se tenía con qué adquirir originales, admitieron modestos parecidos cuyas ventas eran depositadas en tribunales con los debidos listados de adquirientes por necesidad

Alguien quien ya murió, como el Dr. Salvador Bolaños Guzmán, junto con “habladores de café”, se puso un depósito de libros que se prestaban mediante depósito en efectivo, solamente para descontar deterioros cuando los dejaban de usar y el dinero ganaba un dos por ciento mensual que cobraban con ganas de brindar.

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