Azusa Sato, 6, y su madre, Miho, de 32 años, encienden una linterna de papel durante una ceremonia anual conmemorativa de las víctimas muertas por el terremoto de magnitud 9.0 y posterior tsunami en Natori, el norte de Japón, en 2011. El desastre dejó cerca de 19.000 muertos y desaparecidos.