Por Alan Lazalde
“El libro es un criatura frágil, sufre el desgaste del tiempo, teme a los roedores, los elementos y las manos torpes” – Umberto Eco
El libro impreso en papel es un dispositivo de almacenamiento de sólo lectura. Podríamos decir que esta creación de Gutenberg es la versión 1.0, estable, de algo en lenta evolución, a medio camino entre los muros en la cuevas, las tablas de arcilla y el más reciente Kindle Touch. El libro es el recipiente de objetos que llamamos “novela”, “cuento”, “ensayo” o “poesía”. El libro es memoria y nosotros su CPU. O como decía Borges:
De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación.
Internet, por su parte, es un metalibro: inabarcable, capaz de conectar al resto, además dinámico, adaptable, de lectura y escritura, propenso a la expansión, colaborativo, el libro que almacena libros y objetos más complejos “vídeo”, “audios”, “enlaces”, materia prima de “tweets”, “blogs”, escritos en lenguajes universales como HTML, JavaScript y CSS, leídos en cualquier idioma corriente (y con traductores automáticos). Internet es un metalibro sólo tangible en pantallas LCD, smartphones y hasta en el televisor. Un libro-red, eso también es Internet.
Ahora bien, ¿merece la pena seguir adquiriendo libros impresos? Yo creo que sí. A veces, como en ediciones especiales, novela gráfica,… Ciertamente la experiencia personal con el objeto libro-de-papel con su textura, aroma, tipografía, portada, peso, puede llegar a ser única y entrañable, complementaria de la experiencia de lectura, pero también creo que Internet hace sopesar seriamente esa práctica centenaria.
En esta primera parte presentó un par de argumentos para reconsiderar la compra de libros impresos frente a los electrónicos. En la siguiente y última parte compartiré otros argumentos, esta vez económicos y creativos.
1. Argumento político-social
La Industria Editorial ostenta demasiado poder. Si bien es un negocio tan válido como cualquier otro, no debe ser la casi-única forma de editar y distribuir literatura o conocimiento en general. En tiempos de Internet, eso es más evidente con propuestas un poco más horizontales como Issuu, Kindle Direct Publishing de Amazon y Hyperink. Y mejores herramientas como iBooks Author para democratizar, fomentar, la edición independiente de libros.
Es más, hay autores de libros estupendos que hacen absolutamente todo por su cuenta, desde la maquetación, edición y publicación de libros, a veces corregidos de forma colectiva como en ¡Aprende Haskell por el bien de todos!. Y muchas veces con licencias libres. Ni qué decir de lo que significa hoy en día Wikipedia frente a la Encyclopedia Britannica. Hoy en día pocos están dispuestos a comprar una enciclopedia entera impresa en papel.
Ni siquiera la distribución de literatura científica queda exenta, hoy en día más cuestionada que nunca, todavía gobernada-dominada por editoriales como Elsevier. Afortunadamente otros modelos más justos de distribución de conocimiento científico, auspiciado por la Red, están surgiendo para hacerles frente, tal es el caso de arXiv y PLOS.
Sólo por quitarle poder al oligopolio editorial para distribuirlo entre una nueva generación de autores, yo dejaría de comprar libros impresos.
2. Argumento evolutivo-ecológico
Los libros impresos, tal como los conocemos, serán los nuevos incunables. El libro por antononamasía será electrónico. No sé cuándo exactamente, ni cómo, pero sucederá: tendremos dispositivos de lectura electrónicos aún más baratos, confiables, duraderos, orgánicos, flexibles, interactivos, hipertextuales, incluso sin esos inútiles candados pro-copyright. El libro electrónico es el siguiente paso evolutivo y lo que hoy conocemos es apenas el amanecer de una nueva era para lo que llamamos libro. Donde la tecnología no se detendrá a mirar atrás ni tendrá consideración nostálgica alguna con los libros de papel.
Adquirir libros electrónicos en vez de acumular pilas de libros propensos a apolillarse es una postura personal. Sin embargo, cambiar el papel por el e-paper sólo por cuestiones tecnológicas cobra verdadero sentido a la luz del argumento ecológico.
Veamos, ¿es cierto que es más ecológico adquirir lectores electrónicos que libros de papel? Sin duda muchos árboles no serán cortados. ¿Qué hay de la basura electrónica y de la energía eléctrica necesaria para mantenerlos vivos? Los especialistas han llegado a la conclusión de que mientras más libros sean leídos con lectores electrónicos más ecológicos son estos dispositivos, por lo menos en términos de la huella de carbono dejada en el planeta.
En general podemos decir que aquellas personas que leen más de diez o quince libros al año son buenos candidatos para comprar lectores electrónicos porque así dañarán menos al planeta que si los compraran impresos -sin mencionar el espacio físico que nos ahorrarán a todos-. Por el contrario, si una persona lee uno o cinco libros al año, será mejor que adquiera libros por la vía tradicional. Simple y llana relación costo-beneficio para el medio ambiente (y para nosotros).