Líderes Políticos y Religiosos Latinoamericanos Coinciden en que “se va un Gran Papa”

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Bogotá.- La jerarquía católica y gobiernos y políticos de los países de América Latina recibieron hoy el anuncio de la renuncia del papa Benedicto XVI con una mezcla de sorpresa, tristeza y admiración por su “valentía”, “humildad” y “sabiduría”.

El presidente panameño, Ricardo Martinelli, fue uno de los primeros gobernantes, junto al estadounidense Barack Obama, en reaccionar a la noticia que ha impactado al mundo, por inesperada y porque el último caso de un Papa que renunció es de hace 600 años.

“El papa Benedicto XVI es un hombre tan bueno, santo y humilde que ha puesto los intereses de la iglesia sobre los intereses personales”, señaló Martinelli en su cuenta de Twitter.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, manifestó su “solidaridad y respeto” por la decisión de Benedicto XVI, que cumplirá 86 años dentro de dos meses.

Para el presidente chileno, Sebastián Piñera, la renuncia papal es “un acto de coraje y consecuencia”.

“Es el vicario de Cristo en la Tierra y tiene la responsabilidad de conducir la Iglesia”, por lo cual debe mantener un “completo dominio de sus facultades”, agregó.

Como un “acto de profundo desprendimiento y de gran humildad” definió la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, la renuncia del Pontífice.

Por su parte, el jefe de Estado guatemalteco, Otto Pérez Molina, confirmó hoy que sigue en pie su audiencia con Benedicto XVI el próximo sábado y ratificó que en ese encuentro le planteará la invitación para que su sucesor visite Guatemala.

El canciller salvadoreño, Hugo Martínez, manifestó solidaridad con la Iglesia católica.

“Comprendemos que ha sido una decisión difícil para él”, expresó Martínez.

Desde las filas de la Iglesia en Latinoamérica, donde reside la mitad de los 1.

200 millones de católicos del mundo, las reacciones han sido numerosas y muy sentidas.

La renuncia “nos fortalece en la fe”, dijo el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Eugenio Lira, quien destacó que el actual pontífice tomó “decisiones fuertes”, como e el caso de los abusos a los menores por parte de religiosos.

“Es un momento de consternación y gran tristeza”, declaró el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, mientras la Conferencia Episcopal Ecuatoriana manifestó su “respeto y veneración” al Papa.

El portavoz de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, afirmó que “no deja de conmocionar la renuncia”, pero a la vez causa admiración la “valentía” del papa alemán, Joseph Ratzinger.

En términos similares se pronunció el obispo de Loja (Ecuador) Julio Parrilla, quien señaló a Efe que se trató de “una decisión valiente, lúcida y evidentemente llena de sentido espiritual”.

El presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Ricardo Ezzati, dijo que el pontificado de Benedicto XVI ha sido “una bendición para la Iglesia católica”.

Para el cardenal nicaragüense Miguel Obando Bravo, Benedicto XVI “deja una estela luminosa en el camino”.

El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez ve la renuncia papal como “una decisión de fe”, mientras el arzobispo metropolitano de Guatemala, Oscar Julio Vián, lamentó que se vaya “un gran Papa”.

El cardenal cubano Jaime Ortega destacó la “lección de humildad” de un Pontífice que “no teme anunciar al mundo que está débil y cansado”, mientras el presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB), Oscar Aparicio, llamó a valorar el hecho de que renuncie “porque se ve disminuido”.

El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez dijo hoy que la renuncia del papa Benedicto XVI “es una decisión de fe”.

Muchos de los que opinaron hoy desde las filas de la Iglesia en América Latina sobre la marcha de Benedicto XVI destacaron su “sabiduría” y su talla intelectual y académica.

“Benedicto XVI fue grande como teólogo, grande como cardenal, grande en su pontificado, y hoy grandioso en su renuncia al Pontificado”, sostuvo el arzobispo metropolitano de la norteña ciudad dominicana de Santiago, Ramón Benito de la Rosa y Carpio.

A juicio del cardenal colombiano Rubén Darío Salazar, “la herencia que deja es inmensa sobre todo en el campo de la doctrina”; fue “desde muy joven uno de los grandes teólogos de la iglesia”.

“Ha sido un pontificado muy rico en doctrina y pontificación”, opinó el obispo costarricense José Francisco Ulloa.

“Teólogo brillante, Benedicto XVI entrará en la historia como el ‘papa del amor’ y el ‘papa del Dios pequeño’, que hizo del Reino de Dios y la Iglesia la razón de su vida y de su ministerio”, indica una nota divulgada por el Episcopado brasileño.

Benedicto XVI sufrió “golpes muy fuertes” y los asumió “con enorme fortaleza”, afirmó por su parte el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, en alusión al escándalo de robo y filtración de documentos reservados y a los casos de pedofilia en los que están involucrados sacerdotes y otros religiosos.

El presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV), el arzobispo Diego Padrón, consideró que Benedicto XVI da “un buen ejemplo” de que no comulga con “el poder por el poder”.

El arzobispo metropolitano de Panamá, José Domingo Ulloa, dijo hoy que su Santidad ha demostrado su “grandeza y humildad”.

“Es oportuno, es necesario que todos pidamos para que el señor provea a su iglesia de un papa santo y sabio” como Benedicto XVI, declaró el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar.

Fotografía de archivo tomada el 25 de enero de 2013 que muestra al papa Benedicto XVI encabezando el rezo de la Víspera para celebrar la Conversión de Pablo Apóstol en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

EFE/ Archivo Berlín.

– La amplia trayectoria de Josef Ratinzger empezó en las facultades de teología alemanas, primero como estudiante y luego como profesor, y culminó en El Vaticano, a donde llegó como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe para convertirse luego en el papa Benedicto XVI.

Nacido en Baviera (sur de Alemania) en 1927, Ratzinger estudió teología en Múnich y Freising entre 1946 y 1951 y, tras su ordenación como sacerdote, siguió en la universidad, aunque ya como profesor en Bonn, Münster y Tubinga.

En esta última ciudad coincidió con Hans Küng, uno de los teólogos más famosos y mas controvertidos de Alemania.

Ratzinger llegó a la Facultad de Teología de Tubinga en 1966, como profesor de Dogmática, por recomendación del propio Küng, y ambos pertenecían en esa época al grupo de jóvenes teólogos alemanes que habían marcado con su pensamiento el Concilio Vaticano II y que buscaban el acercamiento de la Iglesia al mundo moderno y a las otras religiones.

No obstante, la experiencia que vivieron como profesores ante la revuelta estudiantil de mayo de 1968 hizo que los dos teólogos tuvieran evoluciones contrarias.

Así, la experiencia del 68 llevó a Ratzinger a trabajar para moderar el acercamiento de la Iglesia al mundo, por temor a caer en el relativismo.

Küng, en cambio, radicalizó su pensamiento liberal y desarrolló una teología crítica que va mucho más allá de la apertura del Concilio Vaticano II, llegando incluso a criticar el dogma de la infalibilidad papal, que llevó a que El Vaticano le retirase en 1979 el permiso para oficiar como sacerdote y enseñar teología católica.

Dos años antes, Ratzinger, que había dejado Tubinga en 1969, se convirtió en arzobispo de Múnich, para dos años después ser llamado a Roma por el papa Juan Pablo II como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Aunque para Ratzinger el tema del ecumenismo siguió siendo importante, para él, más importante que el diálogo, era el mantenimiento de la identidad católica.

Su declaración “Dominus Jesus”, que se consideró un paso atrás en el diálogo ecuménico al decir que las iglesias protestantes no eran verdaderas iglesias, produjo una de las primeras decepciones en Alemania, donde el debate con los protestantes es un tema clave.

Otro asunto que se discute permanentemente entre los católicos en Alemania es el de encontrar una fórmula para permitir el acceso a los sacramentos a los divorciados vueltos a casar y, al respecto, al comienzo del pontificado de Benedicto XVI se tuvo la esperanza de que en ese punto volviese a aparecer el joven teólogo liberal.

Muchos esperaron un documento sobre el tema, pero el texto no llegó a producirse.

El pontificado de Ratzinger, iniciado en 2005, coincidió con una serie de momentos críticos en la Iglesia alemana, desde el conflicto con los lefrevianos hasta el escándalo de abusos sexuales en colegios religiosos.

Ello llevo a muchos creyentes a abandonar el catolicismo y a que se volviera a discutir fervientemente sobre la necesidad de una modernización del aparato y la doctrina eclesiástica.

En algunos de esos momentos, Ratzinger estuvo en el foco de las críticas de muchos que lo veían como un freno a la modernización.

Otros, en cambio, aprecian su carácter de teólogo y, sobre todo, la gran humildad personal que ha mostrado durante su pontificado y que, según el presidente de la Conferencia Episcopal alemana Robert Zollitsch, es lo que le ha llevado a renunciar cuando las fuerzas han empezado a faltarle.

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