M. Sánchez Vargas. El señor ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano tiene los suficientes méritos y virtudes, para que la gente que vitorea hoy a Fidel Castro por el quizá su última pieza oratoria que ofreció y que es por sentir que pronto nos deja al cumplir ya los 90 años y por lo traqueteado que se siente, se le debe reconocer como héroe, no solamente porque le dio la libertad a Cuba, que era el prostíbulo de los Estados Unidos, ya que a Batista, le daba todo a cambio de permitir que Cuba fuera casi su excusado, como México hoy, es el segundo de sus patios. Los mismos Estados Unidos desistieron de lograr que un día, se doblegara Fidel o los históricos cubanos que amaron vivir a su modo y posibilidades.
Hablando de lo que debiera Cárdenas Solórzano, basta con decir que el Cuate, mantuvo la prudencia más histórica que se haya conocido y visto nosotros, al no ceder a la petición de los millones de enfurecidos que lo invitaban a tomar Palacio Nacional, porque ampliamente se decía que le había ganado la elección a Carlos Salinas de Gortari; fue el promovente de que se detuviera el presidencialismo, logrando un poder legislativo que no siguiera de borrego a las promociones presidenciales. El debe, para que no termine en la mediocridad de entrada de caballo de hacienda, y salida de burro viejo, cuando menos ser un Felipe González que fue tres veces Presidente de España y que para no estar en el descanso después de terminar, fundó una Comisión para conceptuar verdaderas democracias; que no pudo, pero lo intentó a sabiendas que las democracias del mundo son de acuerdo a los resultados de costumbres que los propios pueblos o territorios se condicionan.
