MSV.- Como antes se decía, el día de nuestros muertos, no debe llegar a romerías y hoy que se ha llegado a eso, hasta se escogen los difuntos que dejan lana y se aplaude a los vivos que se la gastan.
El vicio entre vinos y enervantes se ha generalizado. Las vigilancias policiales son más para cuidar al que fuma, gusta y brinda, que al que empieza a distraerse por el desorden y al cazarlos ya que como el ratón se encarrera, se despachan en esculcarlos.
Tal día de recuerdo y reflexión es una vil fiesta de distracción y todo lo que antes era hasta instancia de santidad, con tal de sacar la lana hasta se ha salido de lo pagano.
El frío del Día de los Muertos es lo de menos, aunque ahora como estuvo anoche que conforme terminó de llover agua casi helada, empezó un calor de cale, como para decir me duermo con cobija o con ventanas abiertas.
Estamos llegando al tiempo en que todo hay que explotar. Uno mismo cuando por suerte le están saliendo las cosas, que es cuando ya a nada se le afloja, por eso en los avatares de la vida, no siempre son más que racimo, sino simplemente uno.
Nuestros muertos deben ser más que materia, espíritu, iglesia, rezos y recuerdos. Pero en fin, por la costumbre; digamos salud.
Afortunadamente después de ver que en las culturas donde opera la incineración, en unas por gas y otras por leña como en las orillas del Río Nilo, no quedan recursos para reunión y a veces ni para rezos, porque ya se acostumbra que las cenizas humanas vayan a parar al mar o los mismos desagües, aunque prolifere que las paredes de las casas de Dios, los familiares estén creyendo en seguridad espiritual, porque material, ni modo que las cenizas se las roben para hacer pintura o medicina.
Estos avances humanos también tienes sus aquejos. Antes había respeto, ahora hay relajo.
Es más, recientemente hemos visto cómo se anuncia la cantidad de dinero que dejará a Michoacán el Día de los Muertos. De esto ¿qué dirán los actores?
Siquiera cobraran un tanto por ciento o cuando menos nosotros viéramos que extraño o siquiera familia rezara a pie de tumba, por la tranquilidad de su eternidad y bueno, que siquiera algunos alcanzaron a “alquilar su poca eternidad en ese lugar”, ya que hoy, depende del municipio, si los familiares no renuevan sus derechos mediante pago, sus huesos o lo que quede, los sacan y tiran, y limpian para meter a otros restos que tendrán que pagar de nuevo.
A qué mundo hemos llegado, pero en fin, que esto es más de sentimentalismo que de realidad, porque qué será después. Como decía el cafitómano más longevo de Morelia, Don Rodolfo Aquimo: tú deja de acongojarte por lo que nada serás, mejor como en la mejor música de las altas cierras, ponte a gozar para que el dicho persista: el muerto al pozo y el vivo al gozo, que es tu fin.