Un presupuesto sensible al género incorpora el entendimiento de cómo la distribución de recursos afecta las oportunidades de mujeres y hombres y el diseño de asignaciones presupuestales que reduzcan la brecha de desigualdad atribuible a la condición de género.
Esto implica maximizar el empoderamiento económico y político de las mujeres incluida la toma de decisiones presupuestales; un mayor involucramiento de actores sociales en la formulación de políticas públicas; un monitoreo exhaustivo del impacto del presupuesto en las condiciones de mujeres y hombres; y, por tanto, el diseño de presupuestos efectivos en la reducción de desigualdades, la dotación de capacidades productivas y la promoción del crecimiento económico nacional y el desarrollo humano.
La elaboración de presupuestos sensibles al género es primordial para alcanzar una mayor igualdad de oportunidades y derechos entre mujeres y hombres, así como maximizar el empoderamiento económico y político de las mujeres, incluida la toma de decisiones presupuestales.
Son muchos los frentes en los que hay que trabajar en materia de presupuesto para beneficio de los programas de la mujer. Uno muy importante tiene que ver con la salud, la salud reproductiva, el cáncer cérvico uterino, el cáncer de mama, su detección temprana, etc.
El presupuesto también debe destinar recursos a albergues para mujeres maltratadas, para microcréditos a empresas encabezadas por mujeres, así como para programas de apoyo a la mujer en el medio rural.
No hay una sola parte de la actividad pública, de los programas de gobierno, donde no se requiera una perspectiva de género, por eso es fundamental que el presupuesto sea transversal.
El enfoque de género consiste en la observación de las desigualdades entre hombres y mujeres que no pueden explicarse por la biología, desigualdades que son cambiantes en las diversas culturas o que son producto de la tradición cultural y los prejuicios, y que están limitando u obstaculizando el desarrollo personal de unos y otras y por lo tanto la igualdad de oportunidades. Aplicar esta perspectiva en el presupuesto público supone detectar estas desigualdades para tratarlas, lo que añade eficacia y eficiencia en la asignación de los recursos y aporta riqueza y cohesión social.