Es un hecho irrefutable que la precariedad de salarios que se impulsa en la reforma laboral presentada por el presidente Felipe Calderón traerá consecuencias peligrosas para las familias de trabajadores y para la propia economía nacional.
Consecuencia muy diferente a lo que dice el insufrible jefe del ejecutivo nacional, cuando afirma que es seguidor del ideal de Morelos, de que haya ley que proteja al pobre frente al arbitrario.
El presidente aludió al generalísimo para justificar su muy previsible fracaso en la simulada lucha contra el crimen organizado, por lo que es seguro que de manera deliberada olvidó el texto completo del artículo 12º, en el cual se dice Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y Patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.
Con la reformada Ley Federal del Trabajo se provocará todo lo contrario de la letra y espíritu de los Sentimientos de la Nación, ya que condena a las familias a un ingreso ínfimo e inestable y, por tanto, a la pobreza. La consecuencia simultánea de aplicarse esta iniciativa será la caída de los niveles de vida de los obreros mexicanos y una mayor restricción económica para ellos.
Con el pago por hora y con la legalización de la subcontratación (outsourcing), esta reforma implica la afectación a diversas prestaciones, la reducción de los magros ingresos para los trabajadores, la incapacidad de ahorro, lo que a su vez impedirá la contribución a las instituciones de seguridad social y programas de pensiones y jubilaciones.
Esto también tendrá limitaciones severas en el ahorro nacional por el nulo o exiguo flujo de aportaciones a los fondos de pensiones y jubilaciones, que también sirven para financiar el propio desarrollo nacional. Así pues, el presidente plantea un falso discurso, negando lo que los que saben ven. Está claro que sí afectará a los trabajadores, al de pauperizar los salarios, al facilitar los despidos injustificados, al revivir la contratación a prueba, además de que partes sustanciales de la reforma planteada por Calderón Hinojosa vulneran gravemente derechos adquiridos de los trabajadores y de las organizaciones gremiales, colocando en estado de riesgo derechos humanos y laborales mínimos.
Los voceros oficiales se empeñan en su engaño, y hasta se ufanan reconociendo la paternidad del engendro de ley. Dicen, por ejemplo, que el dictamen de la iniciativa de reforma laboral aprobado por el pleno de la Cámara de Diputados se basa 80 por ciento en las propuestas que hizo el presidente Felipe Calderón, ya que los legisladores sólo le modificaron una quinta parte al documento original presentado. Aseguran que esta reforma es un parteaguas, que generará anualmente 400 mil empleos adicionales a los que actualmente se están creando, y que incluso los opositores a la iniciativa de inmediato van a ver sus bondades. Se trata de una falacia en total contradicción con la economía política, pero lo dicen con el puro fin de justificar su perversidad política a favor de sus jefes mafiosos de las grandes empresas nacionales y extranjeras.
Hasta los perredistas impostores lo reconocen. Les queda claro que la iniciativa del Ejecutivo, que fue apoyada en la Cámara de Diputados por PRI y PAN, es una trampa, porque con el argumento de impulsar la transparencia y la democracia al interior de las organizaciones sindicales, se trastocan los derechos de los trabajadores no organizados. Saben también que con esta reforma se abre el camino para elevar el desempleo y terminar con la seguridad social que siempre ha sido vista como una carga por el gobierno federal, pero abandonan la sesión para darle libre paso a la aprobación de la iniciativa. Los muy chistosos.
Por su parte, los Senadores del PAN, en su genial impostura, critican a los diputados del PRI por dejar fuera la transparencia sindical de la reforma laboral y retaron a los priístas en el Senado a incluir ese capítulo. Hasta el dirigente del PAN, Gustavo Madero, se sumó a los reclamos, al comentar en Twitter: Ahora el PRI impuso con su mayoría que los sindicatos puedan elegir dirigentes a mano alzada y no con voto libre y secreto. ¡Vamos pa’tras!
Así es. Nada cambiará la cámara de senadores, eso es seguro