Después de los incidentes de accidente en el lugar donde se puso la nueva farmacia de Salubridad, además de que puso en peligro en serio a transeúntes que van por surtir sus recetas de la misma Salubridad y de los incidentes menores que han pasado sin las mayores desgracias, la gente ha empezado a pedir a Salubridad a retirar o regresar a su viejo domicilio al lugar desde donde antes se repartía el medicamento contenido en las recetas que ahí mismo ordenan los médicos.
Por otra parte, ya se dice que como los pocos zopilotes que permite el Templo el Carmen, dan sus vueltas, no solamente por lo que haya sucedido, sino por lo que dejan tirado los limpiacoches y lava lo mismo pero con más asidués, porque se ve que durante el día y parte de la tarde, esos espacios que forman las calle de Juárez y empieza la Eduardo Ruiz, hay mucha gente, pero el doble en carros circulando.
Oyes comadre y por qué le dicen zopilotes a quiénes, ya demandan haya trabajo.
Pues a las funerarias, a las ambulancias y a los que negocian con los cuerpos que les ven condiciones de morir y empiezan los ofrecimientos de cuanto dan por el cuerpo, cuyo precio es de acuerdo a según lo ven y a la calidad de gente que lo acompañan y donde lo llevan a atender. O si muere en el acto, pues a la agencia que da más y que se mueva, porque si no, otras funerarias se lo tumban y es siempre buena lana, con eso de tantos servicios que te ofrecen.
Salubridad tiene sus buenas y sus malas, pues ya ves que anuncian reducir en un año el cáncer de ovarios y de colon. Y por otra mejor, que el ébola con una sola prueba de sangre, y admírate, que uno solo se la poder hacer, igual a lo que ahora se usa medirse la glucosa. Y eso, hay que reconocerlo y aplaudirlo.