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*El Estadio Azteca lució un imponente lleno con nutrida porra visitante
El cariño que utilizó para saludar al “Tuca” Ferreti (lo abrazó, le tomó el rostro con ambas manos) antes del partido en la zona de bancas, fue el mismo que recibió Antonio Mohamed en lo que fue su adiós del América.
Desdeñado por su directiva, que buscó a Gustavo Matosas como entrenador antes de saber que la herencia del argentino sería el histórico título número 12, éste compensó la humillación con los abrazos de sus jugadores.
Porque no sólo el primer gol que hizo explotar al Azteca convirtió al “Turco” en el centro de los festejos, cuando el ecuatoriano Michael Arroyo bailó ante la grada para luego cruzar la cancha y abrazar a su entrenador.
En el segundo, con Santa Úrsula a punto del delirio y Mohamed justo en su área técnica, la banca rodeó al DT mientras esperaba a Pablo Aguilar para fundirse igual con él y que el resto del plantel completara la rueda.
Quería quedarse pero al menos el entrenador se irá con la dignidad del título, precisamente el que pondrá a las Águilas como el más ganador en toda la historia del futbol nacional.
Un trofeo que levantó un cuadro azulcrema que se sobrepuso a todo: a la desventaja de la Ida y al mayor ánimo inicial de las gargantas felinas ubicadas en todo lo alto de la Cabecera Sur, repleta de azul.
También superó el láser verde utilizado por Nahuel Guzmán como justificante para reclamar y dejar que pasara tiempo cuando el marcador aún era de 0-0 y jugadores como Miguel Layún y Rubens Sambueza alzaban los brazos para pedirle al público prudencia.
El Azteca vivió una noche a prueba de incrédulos, con cuatro expulsados (3 de Tigres, 1 de América) y demasiados momentos calientes.
Desde el primer tiempo, Guido Pizarro encaraba a Sambueza, Jesús Dueñas a Oribe Peralta y Nahuel Guzmán a Mohamed, para que al complemento el partido perdiera toda compostura. La expulsión a Hernán Burbano con un minuto en la cancha significó el desenlace.
Tigres comenzó a perder jugadores y juicio en dosis similares, hasta que el 3-0 comenzó a relajar a una afición capitalina que ya no sólo quería goles sino silbatazo final, mismo que llegó a oídos de Mohamed como señal de título y despedida, tan cariñosa como digna.
Al final del partido Mohamed corrió al vestidor, parecía que no estaría en el festejo, pero fue para todo lo contrario: el ‘Turco’ fue por su celular para grabar la premiación, tomarse selfies y disfrutar en grande.