Se quejan los prestadores de las más de veinte rutas camioneras del servicio Urbano, que como ya tiene tiempo que no le suben las tarifas, que la presión que están ejerciendo es para obtener algún aumento que les ayude a solventar la difícil situación en que se encuentran para poder responder a los compromisos que tienen para terminar de liquidar lo que les prestaron para obtener sus unidades.
Como cada quien para su santo reza, ni modo que los urbaneros vaya a decir que van a mejorar el servicio para merecerse el aumento solicitado.
Lo anterior recuerda que no cabe duda que Luis Martínez Villicaña tenía razón cuando decía que a los pobres no se les puede dar esa clase de concesiones, porque a la primer descompostura acuden a pedir otro préstamo para componer sus camiones.
De ahí la discusión de los nuevos servicios de transporte cuya modalidad es la calidad del mismo y la modernización de las unidades que trabajan sin tener una identificación que permita identificar a quien se conduce.
El problema es que Uber y Cabify son empresas extranjeras, que como siempre, vienen a terminar con los pocos capitalitos que un mexicano común logra hacer en toda su vida y de plano, terminan por apropiarse del servicio.