MSV.- Después de la gran popularidad que Juan Pablo II consiguió por su dedicación a la tarea del amor a Dios, Cristo y el Evangelio que por impartirlo le hicieron viajar por casi todo el mundo y pasar por tantos sacrificios que en varias ocasiones estuvo al borde de la muerte. Así su carismática que la gente le irradió en su fe para hacerlo un santo al cual, como en vida billonadas de humanos pretendieron unos y otros consiguieron sus bendiciones.
Así está resultando el Papa Francisco I, que en poco tiempo de ser el primer servidor de nuestros hacedores hacia la humanidad, que no solamente por las discretas reformas que está silenciosamente logrando, sino hablando en términos duros y claros de lo que se tiene que hacer, porque según creyentes, la vida de nuestra religión está como el hecho de que se termina con el celibato o se muere la religión, en función de que por vergonzosos pecados de esa naturaleza, a la Iglesia se le están retirando sus simpatizantes.
Al reportero le entregaron hoy, una buena propaganda que los centros de reclutamiento para que no deje de haber sacerdotes, repartieron en las acciones misales, en señal de que los ánimos por tales servicios a la Iglesia de Dios, ya le faltan paradigmas que santifiquen el atractivo de la salvación de actores y creyentes, por tantas deficiencia que han culminado con pecados mortales no posibles de perdonar, como los de Marcial Maciel y los que Banqueros del Vaticano que venían siendo los depositarios de los que al estilo de aquellas 30 monedas, querían y quieren comprar al mundo, sin decir de donde la procedencia de esos denarios.
Asi como ayer Francisco I anduvo por las periferias de Roma, pronto vendrá a México y viajará a muchos países para predicar el evangelio llevando el ejemplo de Cristo y el acatamiento de Dios, porque su Iglesia debe ser pura –que nunca ha sido, porque entre ellos Diablos ha habido-, pero que cuando menos sus representantes por su fe y dedicación sean el atractivo para que todo católico teniendo el temor de que Dios que a todos nos perdona, sí, pero la misma humanidad distinguiendo lo bueno de lo malo, que en propia existencia, forma la concepción de quien merece la bondad de nuestro padre eterno o el martirio que en vida o muerte se conlleva por lo que se es y se hace en propia vida.