Miguel Sánchez Vargas. Lo de Oaxaca no es solamente cuestiones de desprestigiar, aquí se trata de que resulte lo que resulte, como no es cuestión de nuevos esfuerzos y no como en lo de Iguala, sino que sean como sean los resultados, la CNTE va a buscar de todos modos, aún satisfaciendo sus alivios que clamarán los que han decidido jugársela porque la reforma educativa no se lleve al cabo, su máxima pretensión es poner al señor Presidente de rodillas unos cuantos, porque los más vivos ya tienen planes para que unidos con un popular como López Obrador, definitivamente cambien de procedencia priísta y si pueden, consignen.
Habiendo ya sangre, las hienas no solamente merodean, sino atacan y como se ve el trabajo tanto de la CNTE, como de su compañero de ambiciones, es darle otro rumbo a este país. Si es necesario, el Partido de Acción Nacional, porque la Zavala no es mala, pero condicionada su estancia a la fuerza que va a seguir teniendo el tabasqueño, ya que el hambre, no se soluciona de un momento para otro. Cuando ésto ha sucedido, es porque ha habido movimiento revolucionarios y la Iglesia a muy temprana hora está demostrando que ella limita su acción a opinar, aunque eso, ni los que comulgan a secas lo aceptan en el marco de los buenos deseos.
Los problemas del país son mucho más de los que podrían quedar satisfechos con simples acuerdos. Ya aquí además de odio es de tú o yo, pero el Partido Revolucionario Institucional no sigue y menos en el poder. Si otros son los adelantos, tienen que ser otros los cambios. Este territorio ya no puede seguir soportando tan pocos ricos con más de la mitad de sus habitantes en la vil miseria. La misma Iglesia que con Fox tuvo la oportunidad de hacerse cargo de lo social y no quiso, fue porque sabe lo que es hacerse responsable de sectores que realmente fueron creados y atenidos a que los mantuvieran sus ideales por los cuales los hicieron pelear, como también ahora que subrepticiamente da pavo a un posible movimiento social la Iglesia, se raja, quiere decir que estamos solos, sin rumbo por un tiempo, en que si no surge quien reoriente nuestras complicaciones, le vamos a sufrir o a tener que entregar a alguien.
