Estos aspirantes a la política son masones y si no, son aspirantes o ya han pasado por esos servicios, cuyo vértice es creer en Dios, como el arquitecto del universo, por eso sus símbolos son la hoz y el compás. Y su pretexto de servirse mutuamente, es representar a quienes carecen de cualidades para hacerse trascender.
Hoy los ambiciones les vale como la abuela del “Pepón”, vil madre, lo que quieren es el poder para poder manejar erarios y si hay confabulación con poderosos, seguir hasta “el fin del mundo”, que al fin de todos modos, todo se tiene que acabar.
Es el caso de chapulines que andan de un partido para otro o que una vez que se afianzan, el Congreso que nadamás debe tener legisladores porque son los que representan a los habitantes y no senadores que se dedican a ser la presencia de lo que piensa o quiere una entidad federativa que integra uno de los poderes de esta República Federal.
El caso es cada vez el político tiene menos vergüenza, como la integración material de las iglesias, cuya batalla, es por tener recursos, a base de lo que les porten sus creyentes, de acuerdo a los ofrecimientos que más les apantalle, que son, en realidad, lo después de la muerte.