M. Sánchez Vargas. Ya tenía tiempo en que se venía queriendo decir que todos los que tenían hijos después de los 30 años, siempre eran más inteligentes; claro que los hijos, pero qué daño es reconocer que también los padres, porque ese mundo siempre ha sido igual y es que la mejor condición de belleza física, es antes de esa edad y si hablamos de ahora con tanta competencia, que hasta se llegó el momento de tener, novia de estudios, de cama, amigos con derechos y sin responsabilidades. Agregando lo que impactó del Papa Francisco, que los celos son una enfermedad, que francamente como se ve ahora a estas generaciones que no padecen de eso, simplemente tanta y tantos, que no se tiene por qué celar, si así como hay esas decisiones, las grandes discreciones son su primer profesión, todas una doctaradas para gozar con toda holganza.
Sería yo mitotero, pero cuando sabían que el que escribe era adversario del señor Gobernador Silvano, no faltó una de sus seguidoras que me acentuará que el señor ingeniero Aureoles Conejo era de esos niños, que nacieron después de los 30 años en que lo conceptuó su señora madre, porque ni por lo que dijo Cuauhtémoc al principio, ni su lapso tan largo para que lo tomara en cuenta, ni porque le ponían muchos travesaños a sus pasos, él, con Zigala, no los considerara, pues esos despectivos de “ya los maicearon”, le cubrían los comentarios que surgían como mofa. El intenso trabajo de su campaña, seguía como si nada, y creaban tratos que al final, fueron atrayendo a los no enganchaban con otros y ganó, al grado que hubo orden en reconocerle su amplio triunfo.
Ya que estamos hablando de condiciones físicas del nato, advenido de una madre que empezaba a tener sus vástagos a la edad señalada, recordemos que hijo de borracho, no es tan enfermizo y a veces son de los que viven más y también son inteligentes; no tanto, pero lo suficiente para pasarla sin tantas quebraduras de dedos.