“A modo” de los patrones será la reforma laboral aprobada la semana pasada en el Congreso de la Unión, así lo destacó el dirigente en Michoacán de Antorcha Campesina, Ing. Omar Carreón Abud.
Para el presidente del Comité Estatal de Antorcha Campesina en Michoacán, la Ley Federal del Trabajo enviada al Congreso de la Unión por el presidente Felipe Calderón con carácter de urgente y sin dilación, no es una reforma que haya sido revisada por la clase obrera organizada, pues a los trabajadores nunca se les tomó en cuenta para aprobar las nuevas formas en que se venderá su fuerza laboral.
Es por ello que esta reforma será a modo de los patrones, ya que cubrirá y defenderá sus más caros intereses y no los del trabajador, pues va a bajar el precio de la fuerza de trabajo y va a disminuir la capacidad de defensa de los trabajadores.
Y es que quienes no son obreros, asalariados o empleados piensan que la reforma laboral en nada los afectará, pero esto no pasará, pues “las encendidas promesas de progreso y felicidad no son más que deseos vanos de los señores del poder”, pues la fuerza laboral sólo es uno de los factores indispensables para la producción del país y los otros son los medios de producción y los procesos de trabajo; así que para que un empresario pueda conseguir los más bajos precios de materias primas y maquinaria, y que además pueda disponer de los mejores y más avanzados procesos de producción, el problema no se resuelve tan sólo con abaratar el sueldo mínimo de la mano de obra, sino en invertir en tecnología de punta para que así sus empleados puedan disminuir los gastos y los tiempos de producción y con ello se pueda fabricar más y en un menor tiempo, lo cual redundará en precios y productos con más calidad y a precios más baratos capaces de competir con otros países como China.
Quienes reformaron la ley sólo lo hicieron tocando uno de los factores, el del trabajador, factor primordial en el proceso de producción, pero el más barato y ya con el salario mínimo más deprimido, y se han olvidado de que pasará con el abasto de materias primas elaboradas muchas de ellas de importación y de los precios de la maquinaria también importada para la elaboración de los productos y de la tecnología de punta que no tenemos y que se requiere para disminuir los costos de producción.
Omar Carreón consideró que si el patrón no invierte en tecnología, la reforma laboral sólo impactará de manera positiva a las empresas llegadas del extranjero que, en lo fundamental, traen sus medios de producción, su maquinaria y su tecnología.
“En el mundo moderno, la guerra por el precio más bajo es pavorosa y a ello hay que añadir que los mercados, el mexicano en particular, están cada vez más deprimidos y con la baja real de salarios que va a provocar la reforma laboral, más deprimidos van a estar todavía”.
Los productores nacionales ya no pueden, sólo por ejemplo, con el precio chino.
A fines del año pasado, cuando estaban por concluir las llamadas “Medidas de Transición” entre China y México, o sea, los acuerdos para limitar las importaciones de productos chinos a México, se dijo que la apertura pondría en riesgo miles de empleos en 14 sectores productivos: calzado, prendas de vestir, textiles y juguetes que, según los propios empresarios mexicanos, eran (y son) presa fácil y no podrían resistir más de dos años la incuantificable entrada de productos chinos; Marcos Cherem, presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido, recordó en esa ocasión que, en 2007, antes del vencimiento de estas Medidas de Transición, entraron al país, 9 millones de unidades de productos chinos, pero que, ya en 2010, la cifra se había incrementado a 100 millones.
¿Toda está baja productividad, escandalosamente baja productividad por falta de tecnología se va a revertir bajando los salarios el equivalente a un 10%? (porque es el efecto final que se estima obtener con la reforma).
No será así.
Para detonar verdaderamente el desarrollo nacional independiente hay que invertir muchos miles de millones de pesos durante muchos años para la educación de excelencia de los mexicanos a fin de que estén en posibilidades de generar la ciencia y la tecnología propias que necesitamos.
Todo lo demás son sueños guajiros.
Pero lo que sí va a suceder –y no necesitará vivir mucho el que lo quiera ver- es que nuestra clase obrera y sus familias se va a empobrecer más, va a aumentar más la irritación social y más la delincuencia.
“Vamos, pues, a toda velocidad, a un país más violento y más injusto. Esa es la realidad y habrá que hacerle frente”.