M. Sánchez Vargas. Lo insólito para mí, común para los citadinos, ver que al mismo tiempo que había festejos ayer el 10 de Mayo, a mujeres que del mismo clan, estaban siendo felicitadas al mismo tiempo por sus hijos e hijas, con semejantes cazuelotas de mole, sin admiración alguna, como preguntas tampoco, porque fuimos advertidos que ya habían sido objetos de choteo en otros años. Nadamás nos indicaron que se trataba de la familia apellidada Anguiano, que advenía de la región tarasca de Paracho, donde se siguen haciendo con mucha calidad las guitarras de fama mundial por su demanda.
El lugar fue donde se fabrican los ladrillos de las construcciones rumbo a Cointzio, que por cierto testimonean que por ahí, la mujer vive muchos años, mientras que el hombre por lo general no llega a los 70 años.
Por lo anterior, la reflexión de que apenas dos años anteriores, ya habíamos escrito que en los festejos a las madres, se veían más casi niñas con hijos, que viejitas con nietos o bisnietos.
Eso quiere decir que a pesar del “usted decide si se embaraza y de que ya se podía comprar en el extranjero el parche femenino para que el hombre no se obligara de usar el condón, se buscara de llegar al control familiar, vía concordato de Iglesia, para que o bien se autorizara el aborto o la vasectomía al masculino que ya estuviera en edad de procrear y lo conectaran cuando ya se fuera a casar; de esta manera, fácil que cuando menos se controlaba el pretexto de no trae a este mundo a hijos no queridos.
Con esta solución, no había necesidad de tener que soportar actividades sociales que ocasionaran escurrimientos de sangre y que los problemas sociales que no se pueden solucionar por no alcanzar presupuestos y no poder organizarse para que todos tengamos empleo o trabajos para la subsistencia y que los recursos naturales como el agua y la producción del campo sean suficientes para que no se alteren sus valores, sea la salvación perfecta de las generaciones venideras y el medio ambiente se recupere en forma natural.
