Por Pepe Flores
Via Alt1040
Casi siempre, cuando hablamos sobre legislaciones e Internet en este espacio, lo hacemos para criticar las medidas que toman los gobiernos para defender a la industria del copyright. Este tipo de acuerdos son una constante en el mundo y representan un atentado contra las libertades del usuario. Sin embargo, de vez en cuando, los países deciden orientar sus leyes hacia los ciudadanos para proteger sus derechos en lugar de otros intereses particulares. Tal es el caso de Brasil y el Marco Civil de Internet.
El Marco Civil tiene como objetivo establecer los derechos y responsabilidad de los usuarios, basados en principios de la defensa a la neutralidad de la red Una de sus grandes aportaciones es la protección a proveedores de servicios de Internet, servicios de alojamiento y sitios web, acerca de la responsabilidad legal de los contenidos subidos por terceros. Mientras que las legislaciones favorables al copyright buscan que sean estos actores quienes paguen por las infracciones, el Marco Civil los deslinda de dicha carga. Además, da un paso importante al proponer que el interés del usuario será protegido si y cuando se introduzcan leyes para combatir el crimen en línea o de protección a la propiedad intelectual.
Otra de las características del Marco Civil es que no fue confeccionado únicamente por los legisladores, sino que se contó con la participación de organizaciones civiles, académicos del área de derecho y usuarios de la web (¿por qué no todas las leyes de esa materia pueden hacerse así?). El proceso fue el siguiente: los legisladores se asociaron con académicos de la Fundación Getulio Vargas, la institución de investigación social de más prestigio en el país. En conjunto, desarrollaron el borrador del Marco Civil. Una vez hecho, lo publicaron en línea para que todos los ciudadanos lo examinaran, y recibieron comentarios a través de un foro en el sitio web del Ministerio de Cultura.
Este 8 de agosto se votará en el Congreso la aprobación o rechazo al Marco Civil. Aunque la medida tiene muchos seguidores, también han salido algunos opositores. La principal crítica es que, al protegerse el contenido alojado por los usuarios, servicios como Facebook o YouTube no podrán retirarlo sin una orden judicial, aún cuando sea considerado como ofensivo. De hacerlo, podrían meterse en un lío por incurrir en una violación a la libertad de expresión. Esto representa un problema en el caso de que se suba información que atente contra la privacidad de terceros u otros contenidos como discursos de odio, ya que quien los aloje no tendrá facultad para quitarlos sin un permiso. De hecho, sus principales críticos -empresas de telecomunicaciones y el lobby del copyright-argumentan que el Marco Civil podría convertir a la web en “una tierra sin ley”.
De aprobarse, Brasil no sólo daría un paso muy importante dentro de la defensa de la neutralidad de la red, sino que daría una lección al mundo sobre cómo se puede hacer una legislación con participación ciudadana y en un esquema descentralizado de colaboración. Brasil ha estado trabajando muy bien en términos de acceso a Internet y educación digital en los últimos años, y el Marco Civil no es más que una muestra de que las cosas se pueden correctamente y a favor de los usuarios. Quizá necesitamos voltear más hacia el gigante amazónico y aprenderle un par de trucos en ese rubro.