Morelia, Michoacán.- Con el propósito de mejorar los ingresos de las familias de la meseta purépecha, la Secretaría de Pueblos Indígenas (SPI) puso en marcha el proyecto de una parcela experimental donde especialistas en la materia sembraron maíz blanco obtenido del Oriente michoacano, particularmente de Epitacio Huerta y Contepec, producto que tiene una consistencia cremosa, buen peso específico y es muy bien aceptado por la industria.
Alejandro Avilés Reyes, secretario de Pueblos Indígenas, explicó que se trata de encontrar alternativas que proporcionen mayores ingresos a los agricultores. “Se prevé mejorar la situación económica de la gente de las comunidades de la zona alta de la meseta purépecha a través de rendimientos importantes; estamos hablando de que podemos tener rendimientos base de seis toneladas por hectárea contra 1.5 o 1.7 toneladas que tienen actualmente, lo cual marca una diferencia muy importante.”
El objetivo, dijo, es que los agricultores de diferentes comunidades conozcan de primera mano los beneficios de este producto que les permitiría no sólo sembrar para autoconsumo, como lo hacen ahora con el maíz criollo, sino multiplicar su producción para obtener ganancias aprovechando la demanda del mercado.
La parcela demostrativa fue ubicada en terrenos de Nahuatzen, donde campesinos de dicho municipio, de Uruapan, Los Reyes y Cherán, han podido atestiguar los buenos resultados de la misma. El cultivo se hizo de la manera tradicional y aun así el rendimiento fue doble, es decir de 1.5 toneladas por hectárea, se obtuvo una producción de 3 toneladas por hectárea y todavía podría rendir más si se aplica un paquete tecnológico para mejorar el cultivo.
La parcela, de acuerdo a Juan Brambila Aguilar, agrónomo fitotecnista especialista en plantas, y secretario Técnico de la SPI, se adaptó a las condiciones agroecológicas de la región, altura, tipo de suelo, precipitación, heladas y granizadas y afortunadamente el maíz se desarrolló fenológicamente muy bien, es decir, tuvo buen crecimiento, un desarrollo vigoroso y produjo unas mazorcas de buen tamaño y peso.
El experto indicó que se obtuvo una planta con tallos hasta de dos pulgadas de diámetro, con anclaje que se agarra perfecto al suelo, no queda en el aire; la planta mide en promedio 2.5 metros de altura, pero todo está en función de la nutrición, y lo más importante es el color del grano.
Gracias a estos resultados, vecinos de Turícuaro, Arantepacua, Nahuatzen, Sevina y Comachuén, estuvieron al pendiente y ahora preguntan dónde se consigue esa semilla.
El año entrante, informó, se van a hacer pruebas en diferentes localidades con la intención de abarcar la mayor parte de las comunidades de la parte alta de la meseta purépecha, iniciar con parcelas de tres hectáreas y continuar con las de hasta cinco y 10 hectáreas para sembrar de una manera comercial, ya no experimental, con un paquete tecnológico que valide el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap).
Precisó que el maíz del oriente michoacano permite abatir costos pues cuesta 250 pesos un bulto de 25 hilos, mientras que las semillas en el mercado de granos actualmente son muy caras, por ejemplo, el precio de los híbridos que manejan las trasnacionales, por bulto con 65 mil semillas cuesta entre mil 200 y mil 400 pesos y rinde sólo una hectárea.
Lo ideal será también añadir prácticas tecnológicas, como el control de plagas y malezas, además de la fertilización o la nutrición con fierro, zinc, magnesio, manganeso, boro y molibdeno; además del uso de las escardas para no aplicar tanto herbicida.
Brambila Aguilar negó rotundamente que este maíz sea transgénico. Dijo que la planta es nativa de México, proviene del Estado de México, de la zona de Chalco, por eso es llamado “chalqueño”, porque tenía que ser de una zona con condiciones similares de altura a la Meseta. “No tuvimos en ningún momento la idea de pensar en maíces transgénicos, de pensar en maíces híbridos ya sea nacionales o internacionales ni de hacer cambios genéticamente”.
Es de recordar que la Secretaría de Pueblos Indígenas ya ha trabajado igual con productores de papa en el valle de Zamora y Tangancícuaro y continuarán coordinándose con otras dependencias estatales, para impulsar el cultivo de avena forrajera, alfalfa, entre otros, y con ello mejorar los ingresos de las familias indígenas.