Juegos de Poder

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Juegos de Poder

El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, asume el rumbo de la política exterior, en momentos que se están dando cambios de fondo en las relaciones de poder mundial. Mismas que es necesario asumir para llevar a buen puerto el ascenso de México como potencia global.

México reingresa a la política internacional, después del desplome del régimen azul, que decidió entregar la diplomacia mexicana en manos de los Estados Unidos. Con el nuevo gobierno, pasamos a rescatar los destinos de México en el escenario internacional, caracterizado por el rediseño del mapa geoestratégico mundial.

Se trata de un rediseño a partir de transformaciones profundas, como las que dieron lugar a la transferencia de poder de las potencias Europeas y, principalmente, de Inglaterra a los Estados Unidos; proceso que se inició a principio del siglo pasado.

Hoy, el cambio que estamos viviendo es de gran trascendencia y de naturaleza inédita en la historia del capitalismo en todas sus fases. Se trata de la transferencia del poder del Norte al Sur.

El mejor ejemplo que tenemos a la mano de la emergencia del Sur al poder global, es Brasil. Su acenso como potencia, es meteórico. Lo más destacado del arribo de Brasil es haber acabado con el mito que no se puede ser potencia en el Continente Americano junto y a costa del poder norteamericano.

Un segundo caso, es el de India. De un régimen colonial esclavizante, ha surgido la potencia que compite fuertemente por ser la primera potencia global, con China, no con los estados Unidos que irremisiblemente estará fuera de los tres primeros sitios. China, es nuestro mejor ejemplo de potencia global del Sur. Se ha constituido en el paradigma de la producción capitalista, en un país socialista. Incluyamos pues a México como potencia emergente en la lista de los países del sur que figuraran en el siglo XXI.

Plantear en los años 60s el ascenso de potencias globales del Sur y el decaimiento del Norte, era conceptual y teóricamente un despropósito, una locura. En plena guerra de Viet Nam, solo la alternativa insurgente guerrillera planteada en Latinoamérica contra las dictaduras militares made in USA, parecía ofrecer una salida a los mecanismos de dominación. La reinstalación de democracias, en la coyuntura de la guerra norteamericana contra el terrorismo en Afganistán e Irak, favoreció el avance hacia regímenes progresistas-izquierdistas, que impulsaron alianzas estratégicas de integración económica-política extra continental.

Es importante destacar uno de los factores cualitativos en el proceso de ascenso del Sur y el decaimiento del Norte. Se trata del factor conocimiento. El Sur concentra el saber a diferencia de Norte, que ha logrado concentrar la técnica. Son culturas milenarias que han acumulado la esencia de pertenecer a la raza humana, ser un ser humano.

En el Sur no se separa lo material del mundo de las ideas. No existe tal antagonismo, como se establece en las sociedades materialistas de consumo. Al establecer la síntesis de la dicotomía, materia-ideas, se visualiza el mundo post globalizado, el del ascenso de las potencias del Sur con un enorme potencial humano de conocimiento.

La migración de talento del Sur al Norte ha fortalecido la permanencia del poder en el Norte, a expensas del deterioro y saqueo de los recursos del Sur. Este es un proceso que se irá revirtiendo primero a tientas y luego aceleradamente para reforzar los cuadros que operan el ascenso del Sur. Inclusive, el talento del Norte se verá tentado a migrar al Sur, tanto por desarrollar humanamente su creatividad como por lograr mejores condiciones de vida humana que ofrece el Sur en todos los órdenes.

El ciclo brutal del proceso de saqueo humano del Sur, para beneficio de una élite mundial, está llegando a su fin e inicia su repatriación. Es posible que dé lugar a una gran migración global del Norte al Sur. O más bien a generar la oportunidad de escoger el mejor lugar donde vivir.

Estamos hablando de un largo proceso de más de doscientos años, a veces, lento, pero precipitado en sus consecuencias. El desplazamiento de gigantescas capas tectónicas, dio lugar a la formación de las potencias europeas y a imperios que permanecieron hasta su desintegración en la segunda guerra mundial. Estados Unidos, los desplaza con tecnología para la producción industrial y la industria armamentista, hasta al alcanzar la hegemonía con la desaparición de la URSS.

Desde principios del Siglo XXI la ecuación Norte-Sur, cambia aceleradamente al dejar los Estados Unidos su papel relevante como primera potencia mundial y al pasar de un mundo hegemónico a uno multipolar.

En consecuencia, las relaciones México-Estados Unidos han cambiado, en tanto la relación de poder de Norteamérica ha dejado ser predominante y se está redefiniendo con el SUR emergente, y los otros focos de poder que constituyen el mundo multipolar.

Esto quiere decir, por su parte, que la frontera México- Estados Unidos se ha redefinido, ya no es la vieja frontera de seguridad norteamericana. Toda vez que la frontera del Río Suchiate regresa al río Bravo, al ejercer una gran presión el Sur sobre los Estados Unidos.

La vieja frontera geopolítica mexicana, definida en términos de la primera guerra mundial con el telegrama Zimmermann y que prevaleció hasta el TLC, ha dejado de operar conceptual y en términos geopolíticos. Se trata pues de una redefinición de carácter geoestratégica.

Las tensiones en la frontera norte-sur de México con los Estados Unidos, son solo efectos del cambio geoestratégico de la frontera México-USA y del Sur con el Norte, con los Estados Unidos. Por lo tanto su atención requiere ante todo de un marco conceptual adecuado que nos permita comprender la realidad cambiante y sus requerimientos. No se pueden resolver a la manera del sheriff Arpaio con el envío de tropas ni mucho menos como lo sugirió en reciente visita la secretaria de seguridad interior, Janet Napolitano, de una “migra” binacional.

La relación México-Estados Unidos requiere una urgente redefinición a la luz del cambio de un mundo unipolar a uno multipolar. Pero lo más importante es establecer estar relación a partir de la transferencia de poder del Norte al Sur emergente.

La perspectiva del reingreso de México a la política internacional de México, es clara. Conforme avance el Siglo XXI, las relaciones internacionales tendrán como actores emergentes a las potencias del Sur, las que desplazarán a las del Norte a un segundo plano.

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