Dos casos importantes que se deben mencionar son el destape de Mireles y la campañita de Gibrán.
En ambos casos es la soberbia las que lis pone ante la cuerda y porque tienen o tuvieron 15 minutos de fama, creen que puedes sacar provecho de la situación.
Manuel Mireles que empezó pensando en los demás, cuidado de su pueblo y encerrado injustamente, cree que porque MALO una vez, una sola vez lo defendió, cree o se imagina que tiene oportunidad alguna. La verdad es que una persona sin moral, sin educación y sin principios no debe, ni debería ser candidato,.
Una persona que se expresa de las mujeres como “nalgitas”, es una persona que no sabe tratar al pueblo con respeto y mucho menos con dignidad y quién le dijo a este pobre tarado que tiene capacidad alguna de dirigir un Estado. Ahh!, se me olvidaba, su presidentito, que cree que honestidad, es mejor que preparación, pero vean lis ejemplos como vamos de picada a un lugar del cual vamos a tardar muchísimo en salir, de la banca rota, del estado de odio y del estado de negligencia.
Los Michoacanos necesitan una persona con experiencia tomando decisiones, necesitan una persona con moral para dirigirlos y necesitan un buen administrador que sepa manejar los recursos del estado, en lugar de despilfarrarlos como este personaje hizo con su vida.
El otro caso es el del niño parrandero que ahora intenta enderezar su vida, insultando a eminencias políticas, creyendo que porque le dieron la oportunidad ahora es inteligentísimo, Gibrán es un pobre molzabete que porque ha aparecido en la televisión, porque ha escrito algunos artículos, ya puede pisotear vastas carreras políticas.
Este personaje, es la clásica persona que porque su nombre suena, ya es capaz de dirigir un movimiento. El gordito cara redonda, que se chingó unas putas y unos tragos, cree que con eso ya tiene la carrera política para continuar el movimiento, un movimiento mal hecho, mal organizado y sin liderazgo, pero al fin un movimiento.
Le creció la cabeza tan grande, que hasta su presidentito lo quiere bajar del pedestal, en el que el mismo cree que está, pero que nadie ve, de una forma u otra lo van a bajar lis grandes o lis chiquitos porque nunca se pisa cuando vas subiendo.