Con el sol a plomo y el sonido perturbador de automóviles, José Correa, descansa a la sombra de un árbol en la Plaza Benito Juárez de Morelia, tiene el semblante cansado, que refleja sus casi 7 décadas y al momento de prender un cigarro, comenta que llegó a la ciudad desde muy niño, cuando su belleza todavía era “pura”.
Y es que Morelia no ha dejado de ser bella, pero se ha convertido poco a poco, en la ciudad de las manifestaciones, de las pintas y de los campamentos en plazas públicas.
A pesar de ello, Nenita Guerra, sostiene que su ciudad natal, sigue hermosa porque conserva la esencia de sus antepasados, los que edificaron una de las arquitecturas coloniales más espléndidas de México.
Quienes conocen Morelia por primera vez, se quedan sorprendidos con la cantidad de actividades que se pueden realizar y los sitios que se deben visitar, como la familia Hernández Purón, de San Luis Potosí, que no han visto un espectáculo más emocionante como el de la iluminación de Catedral, que se realiza los sábados a las 21 horas.
“Quedamos impactados, ha sido nuestro plato fuerte en la visita a Morelia, originalmente vinimos a buscar oferta educativa, pero nos enamoramos de la ciudad y decidimos estar más días a pesar de los comentarios que hay sobre la inseguridad, por nuestra parte, no hemos visto, ni vivido nada que tenga que ver con eso”, declaró Don Enrique, jefe de la familia Hernández Purón.
Además de la iluminación de Catedral, en Morelia, se puede disfrutar de sus amplias plazas, calles y relajantes jardines; se puede pasar por sus museos coloniales, regionales, de arte contemporáneo, de historia natural y generales, templos y centros de recreación, como el Parque Zoológico Benito Juárez, uno de los preferidos para los más pequeños del hogar.
Andrea Vega y Mariana Sánchez, caminan apresuradamente hacía la escuela, para realizar todavía exámenes extraordinarios, mientras tanto, recomiendan la vida nocturna de la ciudad, “sobre todo los bares, no son muy costosos y siempre hay buen ambiente”.
