Entre el momento en que ingresa al hospital y la hora de la necropsia, la menor ahogada en el Turotel habría llevado en sus pulmones y vías respiratorias casi un litro de agua, revelaron los peritos de la Procuraduría General de Justicia del Estado.
Verónica L., médico forense, expuso ante el juez que “el pulmón izquierdo tuvo un peso de 550 gramos y el derecho 500 gramos. Esto es un peso notoriamente elevado, en relación al tamaño promedio de los pulmones de una menor de su edad”.
El peso promedio de un pulmón sano, sin líquido, es de 250 gramos en un infante de 3 años, sin embargo, la pequeña D. E. V. V., había aspirado tanta agua que dichos órganos estaban por completo llenos.
Al medio litro de líquido, como “agua” que refirió la experta, se le añaden 200 mililitros o poco más, ya que las enfermeras del hospital Victoria titubearon si eran 200 o 300, con lo que dan 700 mililitros de agua.
La pequeña de tres años no sabía nadar, según se ha manejado en el juicio, no obstante, el imputado José David B., ha sostenido que en otras ocasiones habían salido a nadar y que la niña había flotado sin problemas.
Sobre las condiciones en las que supuestamente nadara en otros lugares poco se ha dicho, pero en la alberca del hotel no lo logró.
La niña D. E. V. V. medía 87 centímetros a la hora de su muerte y la alberca del hotel tiene una profundidad de 107 centímetros, es decir, no alcanzaba a tocar el fondo con los pies, pues la alberca la superaba con 20 centímetros.