MSV.- No es porque el dicho sea de tanta ubicación cuando alguien quiere aventar burlas, pero la verdad es que por lo que sucedió en la Torre de Pemex, que si “se tiene con qué”, bien vale la pena que alguien certifique que en la casa de los Senadores de la República no se vive en el peligro.
Un edificio, quizá el más alto del país, donde circula la mayor cantidad de dinero extrajero, que es más vigilado, que trabaja tanta gente y genios que modernizan o mejoran en extraer nuestros energéticos y de donde sale la mayor cantidad de impuestos para que esta patria no avance hacia la quiebra, sino que se aleje de ella, es donde debe estar la mayor calidad en seguridad y pasa esa explosión que de ninguna forma puede provenir de un corto circuito como se venía diciendo, sino que algo que solamente científicos pudieron haber preparado para que murieran 33 inocentes y resultado heridos más de cien.
El impacto y los lamentos fueron y están siendo tan expectantes, que los mismos senadores han de ver dicho que un servicio de inspección a su recinto no es nada. Que les certifiquen en qué estado de seguridad se encuentra porque eso de discutir con otra tensión, como que su psiquis se puede descontrolar y porque si a Pemex que solamente por ahora tiene en “pendiente” al Sindicato Mexicano de Electricistas, cómo se sentirán los representantes de los 33 Estados (con el D.F.) ante la Federación, que es donde se discuten asuntos de mucho mayor responsabilidad que el comercio, la investigaciones y relaciones y el dinero de Pemex.
Las burlas que se les están cruzando han pasado a mayores, porque no ha faltado quien ha propuesto sesionar en otros recintos en tanto se sabe con certeza el por qué del fatal incendio. Han indicado sus críticos que ellos venden el dedo, mas no la vida, que las gallardías al estilo de Belisario Domínguez ya han pasado. Es mejor estimular a un burro miedoso, que a uno muerto, por lo que no debe ser vergonzoso seguir desempeñando la comisión de representar a su Estado, que trabajar en un espectro que hasta las piernas las hacen de alambre y la voz, más pobre de tonalidad que la que tenían el artista bailarín Resortes.