Este año morirán 10 mil niños por enfermedades de la desnutrición. La política pública encabezada por Oportunidades es un fracaso, lo que se demuestra con el hecho de que ahora hay más obesidad y persiste la pobreza. Este problema sí es molesto, mucho más que las acciones violentas de normalistas, maestros y gobierno en contra de la ciudad de Morelia, de los ciudadanos que incluso ignoran el fondo y el trasfondo de los motivos de unos y otros.
Durante este año más de 10 mil niños mexicanos morirán a causa de enfermedades asociadas con la desnutrición, y que son evitables o curables. En tres décadas se pudieron haber evitado alrededor de 1.3 millones de fallecimientos de niños menores de cinco años a causa del hambre crónica.
Durante el fallido sexenio que está por terminar murieron más de 100 mil niños por padecimientos asociados con la desnutrición, como son las diarreas o enfermedades respiratorias. Y lo peor es que la falta de alimentos nutritivos y saludables afecta a un millón de menores de cinco años, que todavía sobreviven, o malviven.
Oportunidades ha fracasado en acabar con la desnutrición y la pobreza, todo mundo lo sabe. El asunto es que nadie hace nada por corregirlo. La desnutrición persiste. Con el dinero de las transferencias, con las miserias que reparte el gobierno federal, a las madres aduras penas les alcanza para dar a sus niños alimentos chatarra, con lo que se impide que mueran literalmente de hambre, pero con un resultado igualmente lamentable de un sobrevivencia enfermiza de obesidad mórbida, lo que los condena a padecer el llamado síndrome metabólico.
Los especialista afirman que la parte ingenua de que con dar una papilla a los niños que vayan al centro de salud y a las escuelas, se iban a desarrollar capacidades suficientes y el libre mercado iba a garantizar que esos niños tuvieran las mismas oportunidades que el hijo de Slim para acceder al mercado laboral y al desarrollo individual, ya demostró que no fue así, no acabó con la pobreza.
La gran cantidad de niños reprobados en la prueba Enlace ha revelado que tampoco desarrollan capacidades intelectuales necesarias para el aprendizaje, que es otra consecuencia irreversible de la malnutrición. El resultado es que en términos de salud se está sacrificando a toda una población, a unos niños que pasan de la desnutrición a la obesidad y a la deficiencia mental.
El debate de hace 30 años era entre aplicar el modelo de bienestar o el de transferencias, en el cual perdió el primero, y ganó el de transferencias, con el que se les obliga a ser sanos, bien nutridos e ir a la escuela. Se pensó que con éste se iba a romper el círculo intergeneracional de la pobreza, lo que 30 años después vemos que esto no funciona.
En el contexto del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra 16 de octubre de cada año, se observa que México vive una catástrofe alimentaria: hay hambre, desnutrición, epidemia de obesidad y sobrepeso.
Esta visto con claridad meridiana que al incrementarse el número de personas con carencias en México, los programas de combate a la pobreza aplicados en los últimos 15 años, centrados en transferencias monetarias, han sido rebasados, que han fracasado en su finalidad porque no inciden en la transformación de la estructura económica que genera la vida en las peores condiciones de la precariedad imaginables.
Para cerrar este escrito no se puede dejar de recordar que según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 52 millones de mexicanos vivían en condiciones de pobreza en 2010 (46 por ciento de la población). Dicha proporción aumentó en relación con 2008, cuando se registraron 48.8 millones de pobres (44.5 por ciento de la población), lo cual demuestra el fracaso del modelo económico actual.
Sigue siendo oportuno reflexionar sobre este tipo de temas, nada más que para ubicarnos, nada más.