Reflexiones

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Reflexiones

Por la simple razón de que el PRI quiere quedar bien con los sindicatos llamados charros y con los dueños del poder y el dinero, resulta que la reforma a la Ley Federal del Trabajo, una iniciativa preferente del Presidente Calderón, cayó en el pozo de la polución política mexicana.

Queda claro que a los legisladores no los mueve el interés social sino que buscan afianzar sus intereses de partido. Se les olvida que no se puede servir a dos amos al mismo tiempo; que se está con Dios o con el diablo. A los tibio los vomitaré de mi boca, dice Jesucristo.

En efecto, luego que el Senado modificara la reforma laboral ya aprobada por la Cámara de Diputados, tuvo que ser devuelta a esta para el dictamen subsecuente.

Los senadores introdujeron cambios en ocho artículos en materia de democracia sindical, que obligan a los dirigentes a transparentar su gestión, llevar a cabo elecciones mediante voto libre y secreto y rendir cuentas del patrimonio gremial.

El PRI votó en favor de los cambios en materia de transparencia en las organizaciones sindicales, pero no lo hizo así en lo que se refiere a rendición de cuentas, tema que fue aprobado con el voto del PAN y el bloque de izquierda que integraron PRD, PT y Movimiento Ciudadano.

El artículo 371, que consagra el voto libre y secreto en la elección de las directivas sindicales, se aprobó con 67 votos a favor y 61 en contra, los del PRI y el Verde.

Estos aliados argumentaron que reintegrar a la minuta el artículo 371, en el que se establece que las directivas sindicales deben ser electas mediante voto libre, directo y secreto, vulnera la autonomía sindical garantizada en el artículo 123 constitucional, así como convenios internacionales.

Los panistas advierten que en nombre de la autonomía sindical no se puede atropellar los derechos de los trabajadores de elegir libremente a sus representantes, ni puede haber zonas de impunidad ni elecciones por aclamación, que son una rémora del pasado. Dicen bien: la paz social en el país descansa en sindicatos libres, no corporativos, y el combate a la corrupción debe darse en todos los ámbitos, incluido el sindical.Nada más que se les olvida decir que dicha rémora incluye al presidente panista Calderón.

Con justa razón, los priístas aclaran que con esas adiciones se vulneran la Constitución y el artículo 87 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lo que no dicen es que toda la reforma que a la ley laboral, toda, violenta la norma constitucional, y no solamente lo relativo a la vida interna de los sindicatos, a su autonomía.

Si el (PRI) realmente creyera en lo que dice, sería obvio que no habría aprobado ni el cambio de una coma a la ley laboral vigente.

Su error consiste en querer a sus líderes gremiales pero al mismo tiempo amar a los apátridas capitalistas.

El bloque del PAN y la izquierda celebraron el triunfo, mismo que se repitió después cuando ganaron también la votación en el artículo 373, que señala que los dirigentes deben rendir cuentas sobre las cuotas y los bienes del sindicato y que aquellos organismos de más de 150 trabajadores sean dictaminados anualmente por un auditor externo. Esto es lo que más conmueve a los priistas y a los charros sindicales.

Pero todavía falta. En esta semana se definirá el destino final de esta preferida iniciativa de reforma estructural que socaba la fuerza de los trabajadores en beneficio de los poderosos grupos empresariales domésticos y extranjeros. Con ella podrán los coreanos seguir dando patadas voladoras a sus esclavos asalariados, sin temor ni pudor.

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