Como lo han notado esta vez la Semana Mayor, Santa o días santos caen muy temprano en el año, y en realidad si es una de las vez más cercanas al principio del año. Este Domingo de Pascua cae el 27 de marzo, una fecha muy temprana en el calendario.
¿Pero como se calcula esta fecha?
Todo se basa en el Domingo Santo o Domingo de Pascua, este tiene que caer entre el 22 de Marzo y 25 de abril, pero ¿porqué?, todo esta basado en una simple regla que inició su debate en el Concilio de Arlés (año 314) y se reconoció la necesidad de fijar una fecha común de celebración para toda la cristiandad, el embrollo se prolongó hasta el año 525, cuando Dionisio el Exiguo adoptó unos criterios claros (que procedían de la iglesia de Alejandría) y emitió una normativa desde Roma.
Esta regla es muy sencilla, es el primer domingo siguiente a la primera luna llena (prelunio) después del equinoccio de la primavera boreal (del hemisferio norte). Por lo tanto, este 2016, la primavera entró el día 20 de marzo y el primer plenilunio que la sigue tiene lugar el día 23, por lo que el domingo de Resurrección es el día 27.
Como puede darse cuenta todo está basado en la astronomía, muchas fechas religiosas (en particular las católicas) tienen su origen en la adaptación de celebraciones profanas con raíz astronómica y están relacionadas a menudo con los cambios de estación. El caso de la Semana Santa es particularmente importante pues de su fecha dependen otras celebraciones religiosas (como el Pentecostés y la Ascensión). Fijar la fecha de la Pascua de Resurrección también es importante para la sociedad civil pues algunas de estas celebraciones religiosas tienen reflejo en el calendario laboral.
La norma era aproximadamente la expresada más arriba. Pero así enunciada, planteaba importantes problemas a la hora de ponerla en práctica, por eso tiene ciertas complicaciones.
Por ejemplo, el equinoccio de la primavera boreal no tiene una fecha fija, sino que puede oscilar entre el 20 y 22 de marzo y, de no calcularlo con criterios astronómicos, ello podía introducir confusiones a la hora de calcular el primer plenilunio. Por otro lado, la fecha local del plenilunio puede cambiar de un día de acuerdo con el emplazamiento geográfico. Además, para diferenciar muy claramente la Pascua cristiana de la Pascua judía, no se deseaba que ambas coincidiesen nunca en la misma fecha.
Teniendo todos estos elementos en cuenta, se estableció la regla completa (y correcta) para la determinación de la Pascua:
El domingo de Pascua es el siguiente a la primera Luna llena ‘eclesiástica’ (un plenilunio ficticio definido por la Iglesia mediante unas tablas numéricas) que se da en o tras el 21 de marzo.
Esta regla lleva implícito que cuando el plenilunio eclesiástico cae en domingo, la Pascua se celebra el domingo siguiente, lo cual impide que la Pascua cristiana coincida con la judía.
Afortunadamente no hay que recurrir a esta regla completa y exacta más que en contadas ocasiones y la regla simple suele funcionar para un elevadísimo número de años.
De esta regla se desprende que la Pascua de Resurrección nunca puede ser antes del 22 de marzo (cuando el plenilunio sucede un 21 de marzo que además es sábado) ni después del 25 de abril (cuando hay plenilunio el 20 de marzo y, además, el 18 de abril -fecha del siguiente plenilunio- es un domingo, lo que hace retrasar la Pascua de una semana).
Pero pronto se desarrollaron diferentes algoritmos algebraicos. El más popular es el algoritmo de Gauss que permite calcular la fecha de la Pascua mediante cinco operaciones aritméticas sencillas.
Por lo que, El 19 de abril es la fecha más frecuente del domingo de Pascua (cae en esa fecha casi 4 veces cada cien años: el 3,87 %). Lo menos frecuente es que caiga el 22 de Marzo (solo 5 veces cada milenio) o el 25 de Abril (solo unas 8 veces por milenio).
La tradición de los huevos de Pascua, aunque con variaciones locales, está presente en un gran número de países. En la cristiandad la tradición se impuso muy posiblemente como una consecuencia de la Cuaresma. Tras 40 días de ayuno, se produciría en la despensa una acumulación de huevos que convenía consumir después. Los más recientes se consumirían normalmente, pero los más antiguos se cocerían para conservarlos más tiempo, decorándolos a continuación.
Artículo escrito con datos de Rafael Bachiller es director del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional) y académico de la Real Academia de Doctores de España.