Si no Generan las Riquezas, se Acaban por eso, hay que Mantenerlas en Activo

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MSV.- Las nuevas riquezas que se volvieron a hacer desde que la Revolución Mexicana las hizo cambiar de manos, en su totalidad han muerto, solamente sobreviven aquellas que provienen de conductas con base en producción no familiar, sino industrial.
Recuerdo que un militar de esa alcurnia, cuando se retiró a la reserva nacional de la seguridad del país por haberse jubilado, compró tierras en un pueblo de Guerrero llamado Tenexpa, Municipio de Tecpan de Galeana, que invirtió en una buena extensión de tierras para sembrarlas todas de puro tamarindo, que la gente de esos lugares de tierras tan calurosas, se reían de él, porque entonces el tamarindo había como en calles de Barcelona, España, muchas castañas tiradas en invierno a las orillas de las calles que ni siquiera la gente recogía para comer en ese tiempo que es una costumbre en navidad, comerlas asadas, como aquí los cacahuates, aunque no tirados, sino bien comprados.
Mientras, en otros espacios rentados, sembraba plátano y papaya, que según manifestaba en palabras muy corteses, que en eso no se ganaba mucho, pero que como era un artículo permanente de consumo, era para irla sobrellevando.
Pasaron los años. El vivía en una de las principales de las pocas lomitas que hay en terrenos colindantes con el azul de los mares, cuando a los seis años que es cuando monta en banco la palmera de coco y empieza a producir, vino a Morelia para que le fabricaran maquinitas pegadoras de bolsitas de papel felpa blanco, de las que pegan a base de agua, que le conocimos para decirle que aquí había una familia que le conocían como los “pintos” Villicaña, que tenían las mismas intenciones, pero que se habían detenido porque la materia que solamente tenían que humectar en vapor y extraerle las semillas para tostar y hacer polvo lo agridulce, que se estaban deteniendo porque según Pakistán, distribuía tés de muchas hojas de especias a tan sólo diez centavos de dólar por caja, cuyo contenido eran 25 sobrecitos y la mano de obra sin esa cultura de producción, les resultaba muy cara, porque no querían trabajar en casa, como en León, Guanajuato, que cosían y suajaban y hasta cortaban para confeccionar según moldes de pedido, como vil maquiladores de la industria del zapato y aquí la gente, le daba más por lo político, que lo industrial, tal como está el caso del licenciado Fausto Vallejo Figueroa, quien tiene todo el derecho para que su capital no se acabe, sino que lo ponga a trabajar, quiérase o no, claro, si es que la Federación conviene, ya que los dos, Reyna García y él, siempre han sido de la cúspide política, soldados del Partido Revolucionario institucional, que en cualquiera de las dos acciones para ellos ha sido, primero, la institucionalidad.

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