Aunque pueda parecer sacado del argumento de una película o una novela de ciencia-ficción, los robots están presentes en cada vez más aplicaciones reales y ejercen de funcionarios de prisiones, conducen nuestros coches o parece que podrían patrullar nuestras calles. Poco a poco, autómatas y robots se han introducido en la industria y otras muchas áreas para asistirnos en nuestro trabajo o, directamente, sustituir a los humanos en tareas pesadas o peligrosas. La extinción de incendios es una actividad muy arriesgada en la que, desde hace algún tiempo, también se baraja el uso de robots y en donde una empresa especializada en el desarrollo de vehículos pesados ha presentado el Thermite, un robot especializado en la lucha contra el fuego que evitaría a los bomberos estar en “primera línea” y exponerse al peligro.
Howe and Howe Technologies, la empresa responsable del proyecto, ha desarrollado un juego completo de robots para trabajar en la extinción de incendios donde podemos encontrar un robot de “observación” (llamado Eagle Eye), un robot con un brazo mecánico (llamado Guardian) y, el más interesante, un robot para emplazar en primera línea a la hora de apagar un incendio: el Thermite.
El Thermite es un robot de alrededor de metro y medio de altura que es capaz de bombear unos 160 litros de agua por minuto y lanzarla a presión contra las llamas de un incendio, convirtiéndose en el primer robot comercial especializado en este tipo de tareas. El robot, que a simple vista podría parecer un pequeño vehículo blindado, está realizado en acero y aluminio con la idea de que resista cualquier tipo de ambiente, incluyendo una situación de emergencia en una planta química o nuclear y se maneja de manera remota desde un centro de control.
La idea es que, en conjugación con los otros robots, los bomberos cuenten con un plantel de soluciones que evite su exposición directa al peligro y puedan ejercer su profesión valiéndose de este tipo de sistemas que, en el caso del Thermite, tiene un precio de 96.000 dólares, es decir, casi unos 75.000 euros. A simple vista no parece una inversión excesivamente elevada (96.000 dólares) si lo comparamos con las ventajas que tiene, por ejemplo, para proteger a los equipos de rescate y ofrecer un apoyo directo en situaciones de emergencia.