Como parte de las acciones que la Secretaría de Salud en Michoacán (SSM) realiza durante el periodo de Cuaresma, a través de la Comisión Estatal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (COEPRIS) también está el de vigilar que los balnearios de la entidad se encuentren aptos para el recreo humano.
De acuerdo con Jaime Bernés Barreda, jefe del Departamento de Evidencia y Manejo de Riesgo de la COEPRIS este tipo de establecimientos son visitados por el personal de las ocho Jurisdicciones Sanitarias para la toma de muestras de agua y así poder determinar si se encuentran fuera de norma.
Ello como parte del programa de Calidad de Agua en las Albercas que se encarga de supervisar permanentemente que las albercas de clubes, hoteles, balnearios y centros deportivos se encuentren aptas, no obstante se intensifica la vigilancia en periodos previos a vacaciones.
En el caso de Morelia, se verifican 25 balnearios, para conocer que estén dentro de norma, es decir entre los límites permisibles de Coliformes fecales, E. Colli y Amiba de Vida Libre.
En Zamora se revisan 20 balnearios y albercas, mientras que en Zitácuaro 11 establecimientos con piscina abiertos al público en general, y en Pátzcuaro a nueve espacios recreativos más.
En La Piedad son siete los balnearios monitoreados por la Secretaría de Salud, mientras que en Apatzingán son ocho los sitios que se visitan y muestrean, en la Jurisdicción Sanitaria de Lázaro Cárdenas son 10 los establecimientos que se verifican y en la Jurisdicción de Uruapan seis más.
A los propietarios de los balnearios también se les capacita, para que vigilen que los visitantes se bañen antes de utilizar las albercas, que los sanitarios estén cerca de las piscinas para que quienes acuden no realicen sus necesidades fisiológicas dentro de ellas y para que tengan a la vista reglamentos dirigidos a los usuarios.
La cloración del agua de las albercas es de igual manera supervisada, es decir que se vigila que cloren el líquido y que la cantidad de cloro que usen sea la adecuada y que se encuentre dentro de los límites aceptables para evitar riesgos a la salud.
Con la vigilancia en la cloración se garantiza que la gente que acude a nadar y también a lavarse las manos o a bañarse, lo haga con agua potable.