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Con una inversión de 10 millones de pesos, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aplica desde hace dos años un proyecto especial en los sitios prehispánicos de Tzintzuntzán, Ihuatzio, Tingambato, Huandacareo y Tres Cerritos, en Michoacán, mediante el cual se ha mejorado sustancialmente su imagen.
Asimismo se ha impulsado la investigación arqueológica, restauración y conservación de sus monumentos, así como la ampliación de las áreas de visita para el público, agregó en un comunicado el INAH.
La iniciativa, denominada Proyecto Especial Michoacán, incluye además la actualización de la señalización al interior de dichas zonas arqueológicas, que desde hace más de 10 años no se atendía, a la par de dar solución a factores que deterioraban las antiguas edificaciones y alteraban la visual del entorno.
El proyecto fue elaborado por la Coordinación Nacional de Arqueología, y aprobado por el Consejo de Arqueología del INAH, cuyos trabajos son encabezados por la arqueóloga Olga Landa, quien detalló que el objetivo general del proyecto es la atención integral de los sitios y darles mantenimiento.
Una prioridad del proyecto especial, dijo, ha sido la investigación arqueológica, para recuperar datos de sectores de los sitios que carecían de información y tenían potencial para ser abiertos al público, por tratarse de espacios de interés de cada una de las antiguas ciudades.
Es importante señalar que cada una de estas zonas tienen áreas que aún no han sido exploradas por lo que en materia de investigación arqueológica, el proyecto especial avanzó en algunos aspectos pendientes.
Asimismo, se realizan trabajos de conservación y restauración, tanto en los monumentos abiertos al público con anterioridad, como en los excavados en 2011; las tareas han consistido en limpieza y consolidación de elementos arquitectónicos, con el objetivo de lograr su estabilización.
Los materiales utilizados para estas tareas han sido los tradicionales, como cal de piedra, baba de nopal, arena cernida y tierras de la región.
Entre los edificios intervenidos en Tzintzuntzán, está la Yácata II, que era de las construcciones que requerían intervenciones mayores para su conservación; y la escalinata de acceso a la gran plataforma del mismo sitio que acaba de ser liberada.
En Tzintzuntzán también se restauró el derrumbe de un fragmento de un muro, de unos 70 metros cuadrados, de la gran plataforma que había sido dañado por las lluvias de 2010.
En Tingambato se mantienen tratamientos de conservación a espacios arquitectónicos explorados el año pasado.
En tanto que en Huandacareo y Tres Cerritos se realizó un diagnóstico de deterioros en monumentos restaurados con cemento en la década de los años 70. En este caso se sustituyeron las juntas de dicho mortero por otras hechas con materiales tradicionales.
En ambos sitios también se consolidaron áreas que no tenían definidos sus muros, como la Plaza Norte de Tres Cerritos, donde algunas edificaciones estaban parcialmente exploradas, por lo que sus elementos arquitectónicos no se apreciaban terminados, lo que significaba un riesgo para el monumento y el público no tenía paso. Dicha área se abrió al público, de manera que ahora el sitio se puede visitar completo.
La arqueóloga Olga Landa explicó que los trabajos en los cinco sitios comenzaron con una limpieza general de maleza, tanto en las áreas abiertas al público, como en las que aún están cerradas a la visita.
En la Zona Arqueológica de Tzintzuntzán, que es la más grande y visitada del estado, se desyerbaron más de 10 hectáreas, con personal contratado de la comunidad, en un trabajo que llevó dos meses, para retirar el exceso de vegetación que el área restringida al público pasaba del metro de altura.
Luego de la limpieza un equipo de arqueólogos, dirigidos por Landa, comenzó las exploraciones.
“Los estudios desarrollados en nueve meses de trabajos, corroboraron líneas de investigación definidas con anterioridad y abrieron otras nuevas para la región. Asimismo, han ayudado a completar lagunas de información que habían quedado pendientes en los proyectos de investigación y conservación anteriores”.
Una de las aportaciones de este proyecto es que está ampliando el campo de investigación de esta parte de Mesoamérica, que al igual que en otras regiones se quedó rezagada con respecto al avance de otros sitios monumentales, puntualizó Landa.
“La cultura purépecha, asentada en Ihuatzio y Tzintzunzán, fue fundamental en los periodos Clásico (200-900 d.C.) y Posclásico (900-1500 d.C.) para Mesoamérica.
A través de este proyecto el INAH busca posicionar a los sitios arqueológicos de Occidente a la par de los de otras culturas, como la maya o la teotihuacana en el Altiplano central, que han sido más investigadas y tienen más proyectos de estudio”.
Cada una de las zonas arqueológicas de Michoacán, destacó, conserva características de relevancia para el conocimiento de las culturas asentadas en la región de Mesoamérica, principalmente de la tarasca o purépecha, que data del periodo Clásico Temprano (200 d.C.), y que perduró hasta la llegada de los españoles, hacia el año 1521.
El Proyecto Especial Michoacán también incluye el desarrollo de una nueva señalética para los cinco sitios, en sustitución de la hecha hace 10 años que ya era necesario actualizar.
“Estamos trabajando para dejarla instalada en 2012; también se dotará a Tzintzuntzán de una nueva Unidad de Servicios, en tanto que es la zona arqueológica más visitada del estado, y era necesario renovarla”.
Finalmente, la arqueóloga Landa comentó que los resultados de las investigaciones llevadas a cabo a partir de abril de 2011 y en 2012, se reúnen en informes que una vez aprobados por el Consejo de Arqueología, quedará en el Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología para ser consultados por los estudiosos de la región