Juegos de Poder

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Juegos de Poder

En la globalización los fenómenos sociopolíticos no son meramente “locales” ni únicos. Su análisis y solución requiere de una comprensión y entendimiento, en un contexto más amplio y con una visión panorámica.

Tal es el caso de la Ronda Campesina de Perú y los llamados comités de autodefensa armados o policía comunitaria de México. Estos dos fenómenos de organización social y política de la sociedad campesina indígena tradicional, tienen la característica de surgir aparentemente de manera espontánea y de multiplicarse a gran velocidad, como supuesta respuesta a retos del contexto local.

Tanto en México como en Perú, estas organizaciones han venido surgiendo en comunidades indígenas y mestizas. La explicación que en México se ha dado, es que son “respuesta” a la violencia que se desata a su alrededor. Sin embargo, las entidades donde tienen mayor incidencia, Guerrero y Michoacán, no se encuentran entre las entidades de mayor violencia del crimen organizado. Los grupos de poder regional impulsan a estas estructuras como instrumentos de negociación frente al Estado.

En Perú como en México, la Ronda Campesina como los comités armados campesinos, eso sí tanto de Guerrero como de Michoacán, tienen por origen a los inicios de la guerra contra el narcotráfico y el terrorismo en la década de los 70- 80s.

Son producto de la estrategia militar norteamericana contrainsurgente. Tanto los ronderos como los comités de autodefensa armados o policía comunitaria son organizaciones paramilitares encubiertas, que emergen como organizaciones de la sociedad campesina.

En el caso concreto de Perú, se recurre a estas organizaciones paramilitares para destruir a la guerrilla maoísta de Abimael Guzmán, “sendero luminoso”. En México, tras la creación de la policía comunitaria, CRAC- Guerrero, surgen fuerzas paramilitares cuyo propósito es combatir la guerrilla de Lucio Cabañas, y, posteriormente al EPR-ERPI.

En 2013 nos encontramos que en Perú la guerrilla maoísta de sendero luminoso se ha reactivado, principalmente en el distrito selvático de Sandía, un gran centro productor de coca. La guerrilla senderista, ahora es encabezada por el comandante José Eleuterio Flores.

Paralelamente, también ha resurgido la ronda campesina peruana en las comunidades indígenas, pero con una lucha de carácter local sin engazarse a los movimientos políticos nacionales. Solo se tratan de movilizaciones de corte local. Tal como sucede en México; nunca han adquirido una dimensión de escala nacional.

Los ronderos cuentan ahora con un nuevo programa de lucha para movilizarlos. Se les ha dotado de una estructura programática para enfrentarse a empresas mineras, energéticas y actuar en defensa del agua. En el caso de México, los primeros pasos se justifican con un entorno de violencia y juzgar a los criminales; los ronderos, hacen justicia por mano propia, pero con raterillos de poca monta, “noticia” que no pasa a más.

La economía peruana ha crecido fundamentalmente por la inversión extranjera en minería. Alrededor de la minería la política de Perú tiene su mayor punto de contacto con las organizaciones sociales, en este caso los ronderos. La intensidad y cantidad de bloqueos a las empresas mineras, principalmente que explotan oro, han conducido al reemplazo de ministros con mayor sensibilidad social por otros más conservadores y abiertos a las corporaciones trasnacionales mineras.

Las acciones de la policía comunitaria mexicana están equipadas de los tres puntos de los ronderos, lucha contra empresas mineras, energéticas y defensa del agua. Pero esto no solo es producto del influjo de la globalización, ni de la casualidad, obedecen que desde su primera etapa de emergencia han tenido contacto y relación con “Sendero Luminoso”.

Manifiestamente es visible en el caso del proyecto de la presa de La Parota”, donde supuestos defensores ecológicos campesinos, bloquearon este megaproyecto hidráulico de desarrollo regional, para mantener en condiciones de atraso y marginación a los indígenas guerrerenses.

El paralelismo de dos organizaciones en situaciones sociopolíticas similares de México y Perú, no puede interpretarse como un resurgimiento de la doctrina de seguridad norteamericana contrainsurgente. Toda vez que dicha doctrina, antiterrorista se encuentra ya en el cesto de la basura y remplazado por la guerra de baja intensidad o de cuarta generación.

A la guerra antiterrorista se le sustituido con la ciberguerra, con la ciberseguridad o sea la protección de las áreas vulnerables y estratégicas de los energéticos, la salud, el control de depósitos de agua y generación de energía eléctrica.

Lo que quiere decir que la reactivación de los ronderos y policías comunitarios, han dejado de ser instrumentos prioritarios de la estrategia de seguridad. Pero no por ello dejan de ser instrumentos de confrontación de las corporaciones globales de los energéticos, empresas mineras y de manejo de agua.

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