M. Sánchez Vargas. Aunque Mireles no debe decirle al gober lo que es usual para su traslado, lo bueno fuera conseguir del doctor, que reconociera que donde quiera que haya un grupo de autodefensas, es verosímil a prestarse que sus faldas sean usadas, como el joven que acaban de meter al bote, porque a una “fodonga” le ponía una cámara oculta para filmar o fotografiar a quienes algo les iba a hacer o vender esas captaciones a quienes se las encargaban.
Está bien que los gastos que se llevan al cabo no se rinden a nadie, cuando se trata de recuperar la paz pública, empero, tratándose de humanos que se rosan con intereses que se ganan la vida como maleantes, las resultas son que siempre de tratos, cenizas quedan, tal como le va a pasar a alguien quien está a punto de ser nombrado embajador.
Es que el doctor que todavía dicen que sigue recogiendo sus cheques en Salubridad, bien que debe reconocer haber hecho algunos servicios que francamente no calculó que a la postre le causarían problemas y no querer abandonar ligas con su pasado, lo convierten en una vil resortera de poblaciones. Sin embargo Silvano, que manifiesta no tener inconveniente en su regreso, no libre, sino a un reclusorio, pudiera luego tener comentarios en contra en que a veces por sano que parezca, no falta que entre intereses no manifestados, digan que gobernar es no hablar, sino hacer, que Michoacán en esto, está muy atrasado.
Claro que hacer consideraciones de esta naturaleza es demostrar imparcialidades, porque como lo deja entrever, está gobernando para todos y que aunque no se le vean posibilidades de seguir escalando, sí de buen agradecido con quienes le tuvieron alguna esperanza de que triunfara.
El está entregando todo, aunque se le advierte, que no hay amigos, sino simples intereses.