Reflexiones

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Reflexiones

El PRI y el PAN impulsaron le reforma laboral más anti obrera de todos los tiempos en el país. El PAN y el PRD trataron inútilmente de enmendar la injusticia legislativa promovida por el poder ejecutivo con una iniciativa preferente de Calderón. Estos intentaron imponer la transparencia sindical y el voto libre, directo y secreto de los trabajadores para la elección de sus dirigencias sindicales.

En el Senado se modificó la minuta de la reforma laboral que les envió la Cámara de Diputados. Le hicieron cambios en ocho artículos, los que se referían a la democracia sindical. Con esto se obligaba a los dirigentes a transparentar su gestión, llevar a cabo elecciones mediante voto libre y secreto y rendir cuentas del patrimonio gremial. La minuta fue devuelta a la Cámara de Diputados, un procedimiento similar al pin-pon.

Se escuchó un argumento irrefutable: la paz social en el país descansa en sindicatos libres, no corporativos, y el combate a la corrupción debe darse en todos los ámbitos, incluido el sindical. Se debe tener información completa y veraz, porque los recursos gremiales deben servir para mejorar la economía de los trabajadores, no para perpetuar a los líderes y que sus familias vivan con gastos fastuosos. Pero los diputados federales desecharon esta argumentación y los ocho artículos de la democracia sindical con el simple voto de priistas y de los panistas.

Los trabajadores se quedan sin transparencia sindical ni voto libre pero los patrones alcanzan su viejo sueño esclavizar a los asalariados, al eliminarse el trabajo de planta, reducir los salarios y eliminar prestaciones. Esta reforma cambia la esencia de la Ley Federal del Trabajo al dejar de tutelar los derechos de los trabajadores y pasa a tutelar al “Kapital”.

Sin saberlo ni importarles, los trabajadores perdieron una batalla laboral mediante la que se les impuso un cambio radical en las condiciones generales de trabajo: se establece el pago por hora, contratos a prueba y jornadas discontinuas.

La reforma a Ley Federal del Trabajo (LFT), que tiene 42 años, modifica 66 por ciento de los artículos, con lo que se cambia de forma toral las condiciones de trabajo de los asalariados, estableciendo además el outsourcing (subcontratación). Eso sí, a manera de burla, se darán permisos de paternidad de cinco días con goce de sueldo a los hombres por el nacimiento de sus hijos. Peor es nada.

Por cierto, el dirigente del PAN, Gustavo Madero, se ufanaba al decir que la fallida inclusión en el Senado de la democracia y la transparencia sindical en la minuta de reforma laboral “es un hecho alentador y muestra que estamos viviendo un momento inédito y esperanzador, en el que se pueden construir acuerdos por encima de las diferencias de partidos políticos”. Es sincero, y es seguro que al decirlo ignoraba que los presidentes, actual y electo, ya había acordado tirar a la basura la minuta de los senadores

Nadando de muertito, Andrés Manuel López Obrador solamente atina decir que “se trata de una contrarreforma a la Ley Federal del Trabajo, ordenada desde el extranjero y acordada entre Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que no creará empleos y sólo alentará la descomposición social, los resentimientos, la inseguridad y la violencia”

Salvo algunas diminutas movilizaciones, desde que se inició el proceso legislativo de la nueva ley laboral no se han observado manifestaciones efectivas para impedirlo. De nada sirven las declaraciones sin la movilización efectiva de los trabajadores

Nadie con dos dedos de frente puede negar la validez de silogismos como estos: La reforma laboral es dañina no sólo para los trabajadores sino también para los verdaderos empresarios del país. Los senadores deben actuar con dignidad y decoro, y oponerse al retroceso que significa avalar esa contrarreforma. No debe avalarse la corrupción sindical alentada por los gobiernos del PRIAN. Ya basta de líderes o caciques que viven colmados de privilegios a costilla de los trabajadores, al amparo del poder, de las complicidades y de la corrupción gubernamental

El asunto se pone muy mal cuando el pueblo no se moviliza y se mantiene callado. Si no lo hace por sí mismo, nadie lo va a liberar

No me quisiera acordar, pero con el “olvido” del pueblo Hitler llegó al poder, y fue por medio de las urnas

Dice Ken Follett que hay personas ineptas a las que asusta tanto la vida que prefieren vivir subyugadas por una autoridad de hierro y que un gobierno que no admite discusión les diga qué tienen que hacer y pensar (El Invierno del Mundo).

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