“Se debe diferenciar entre las políticas públicas sociales y las de desarrollo económico que son la única manera de abatir la desigualdad en el campo, por lo que no sólo se deben plantear diagnósticos sino soluciones concretas“, señaló el diputado José Eduardo Anaya Gómez.
Destacó la participación de las mujeres que viven en el campo, pues según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), ellas favorecen con más del 40 por ciento de la producción agrícola en el mercado interno; ya que sus tierras constituyen el único medio para diversificar la alimentación familiar, y tienen derechos sobre 3.2 millones de hectáreas en México, “razón por demás suficiente para replantear la manera de fortalecer al campo con más acciones y menos discursos”, reiteró.
Asimismo, subrayó que se ocupan por más de 12 horas diarias para abastecer de suministros y manutención a sus familias, y si se les excluye de la reforma para el campo, ésta no cumplirá con la característica de construir un agro incluyente y equitativo. “No sólo se debe ver a la mujer del campo como un sector vulnerable, sino que es preciso adoptar una vida de grupo productivo que beneficie las regiones y les otorgue una mejor forma de vida”, acotó.
En Michoacán, únicamente el 15 por ciento de mujeres son auténticas dueñas de tierras para la producción agrícola, mientras que un 50 por ciento gozan del usufructo de las mismas, como consecuencia del abandono del campo por la progresiva migración; en razón de lo anterior los instrumentos de políticas públicas deben eliminar los impedimentos hacia la igualdad y reconocer la participación activa de las mujeres en el desarrollo rural y al disfrute equitativo de sus beneficios, señaló.
A partir de ello, reiteró que es necesario generar presupuestos en el sector campesino con enfoque de género y transversalidad en políticas públicas, tema prioritario para la reforma al campo, reorientación de los proyectos y estrategias dirigidas al agro y la reincorporación de los jóvenes del medio rural al aula para concluir sus estudios.
En Michoacán, son casi 9 mil mujeres campesinas de las cuales el 80 por ciento son jefas de familia en condiciones de extrema pobreza, tanto por la migración que ya se mencionaba como la viudez, pobreza que se multiplica arriba de dos veces de lo que tenemos de promedio nacional y es casi tres veces superior al de las zonas urbanas, de acuerdo a cifras del PROCAMPO, por lo que insistimos en que la reforma al campo provoque un impacto real en el mejoramiento del estatus de vida de las campesinas, debido a que no se ajustan a sus necesidades reales, toda vez que entre otras cosas, no existen créditos, proyectos productivos de alto calado o financiamientos para la autosuficiencia.