Ya sin el tradicional traje, un tanto resignado por la eliminación ante el acérrimo rival y escoltado por personal de seguridad, Matías Almeyda aceptó la derrota.
El estratega de Chivas pasó de los vestidores hacia el autobús rojiblanco de manera fugaz y ante la petición de los medios por unas palabras solo se limitó a decir: “No puedo hablar, no me dejan hablar, pero felicito al rival”, expresó mientras continuó su marcha por el túnel.
Almeyda dirigió su primera Liguilla del futbol mexicano, aunque no pudo estar en el banquillo esta tarde en el Estadio Azteca debido a la suspensión que tenía después de que en el acta del primer encuentro fue acusado por llamar “delincuente” al árbitro César Ramos.