Curitiba es una ciudad brasileña, capital del estado de Paraná, localizada en el primer altiplano paranaense. De acuerdo con la estimación de 2014, su población es de 1,864,416 habitantes, siendo la mayor ciudad del sur del país. La Región Metropolitana de Curitiba está formada por 29 municipios, agrupados en cinco microrregiones, con un total de 3,595,662 de habitantes en 2006.
Curitiba es conocida por sus soluciones urbanas diferenciadas, principalmente por su sistema integrado de transporte de masas que, junto con las vías regulares de tráfico; ha servido, especialmente a partir de la década de 1970, como inductor de su desarrollo urbanístico.
El sistema de transporte público de Curitiba es conocido por sus terminales de pasajeros interligadas por carriles exclusivos para autobuses biarticulados y complementadas con el «ligeirinho» (un tipo de autobús ligero) y alimentadores diferenciados por colores. Ese modelo ha inspirado experiencias similares en ciudades de otros países, como Los Ángeles y Nueva York.
Curitiva es ciudad patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y es un ejemplo de Urbanismo y planeación.
Curitiba es una ciudad con grandes plazas, e inmensas zonas verdes en pleno centro de la ciudad, con boulevares y calles floridas. Considerada la ciudad de mayor calidad de vida de Brasil y una de las ciudades más limpias de Sudamérica, Curitiba ha diseñado un proyecto urbanístico y ecológico digno de admiración que combina los parajes naturales con una nueva y vieja tradición arquitectónica.
La ciudad brasileña de Curitiba, capital del estado de Paraná, se convirtió en los años noventa en emblema de ciudad ecológica. En el contexto contemporáneo de crisis de modelos urbanos, el ejemplo de Curitiba aporta una nueva referencia: la ciudad que adopta como objetivo ser ecológica. La consolidación del modelo Curitiba ha sido posible gracias a más de treinta años de desarrollo de un nuevo proyecto urbano promovido por un amplio equipo multidisciplinar de arquitectos, urbanistas, ingenieros, geógrafos, economistas, abogados, sociólogos, historiadores y otros técnicos. La continuidad de este proceso realizado por etapas constituye un magnífico precedente en una América Latina que se ha desvelado demasiadas veces como el laboratorio en el que lo más común es empezar de nuevo, abandonando los proyectos y los resultados precedentes, sin acumular certezas.