* La administración estatal los amenaza constantemente con dejar de entregar los apoyos, argumentando “desconocimiento” en torno al atentado.
A siete años de los granadazos registrados en la capital del Estado, durante la celebración del 15 de septiembre, día de la Independencia, 25 familias afectadas continúan en la lucha por el apoyo que prometió el gobierno del Estado.
Y es que luego de que se registrará el primer atentado terrorista a nivel nacional, con las detonaciones de dos granadas de fragmentación, que dejó como saldo más de 130 heridos y 7 muertos, el poder Ejecutivo y Legislativo, prometieron pensiones vitalicias a todos aquellos que perdieron alguna extremidad o familiar.
Sin embargo, a siete años, la administración estatal amenaza constantemente a los afectados con dejar de entregar los apoyos, argumentando desconocimiento en torno al atentado que fue noticia mundial.
Alrededor de 25 familias, se encuentran a la espera de que el gobierno del Estado, continúe con el apoyo de gastos médicos, ya que muchos permanecen en el hospital o bajo intervenciones quirúrgicas, además del fideicomiso anual para formación educativa.
El 15 de septiembre del 2008, durante la tragedia que enlutó a Michoacán, Rafael Bucio Márquez, perdió a su esposa, una de sus piernas, además de que prácticamente le inmovilizó el brazo derecho, que le ha imposibilitado trabajar, además de que quedó a cargo de sus dos pequeños hijos ambos menores de edad.
“A veces nos dicen que ya nos van a retirar la pensión vitalicia, estamos exigiendo que sea vitalicia, yo perdí a mi esposa, perdí mi pie, sí me la retiran, no sé qué hacer, no puedo trabajar, y tengo que mantener a mis hijos, uno tiene 7 años y el otro tiene 14”, lamentó.
Por ello, afectados y familiares, se presentaron en las oficinas de la Subsecretaría de Administración e Innovación de Procesos de la Secretaría de Finanzas, para demandar continúen otorgándoles el apoyo mensual.
Don Rafael, recordó que la noche roja michoacana, su esposa Gloria Álvarez Bautista de 29 años de edad, pasó junto con sus dos pequeños hijos por él a su trabajo en un conocido hotel del primer cuadro de la ciudad, pero al momento de atravesar la plaza, explotó la primera granada de fragmentación.
“Yo estaba trabajando, mi esposa vino a comprar unas cosas al centro, cuando ella terminó de hacer sus compras, pasó por mí a mi trabajo y nosotros íbamos para la casa, pero como estaba cerrado, tuvimos que pasar por ahí y la granada nos cayó a nosotros”, rememoró.
Dijo que desde el accidente su vida ha sido una tortura, para rogarle al gobierno del Estado continúe con los apoyos que prometió a las familias afectadas y que quedaron marcadas por el resto de su vida.